Nos encontramos ante un objetivo común de entrega, entre todos los componentes, por mostrar en gira nacional un pequeño ejemplo de uno de los apartados más importantes en la producción de Brahms, como es la música de cámara. Allí donde el compositor se desnuda abiertamente, enseñando la parte de su alma expresada en los pentagramas. Las tres obras mastodónticas que nos ocupan están encuadradas dentro de una mezcla embriagadora de vigor desenfrenado, dentro de una arquitectura musical de maestría sinfónica.

Entre las dos primeras obras y la última se abre más de una década, en 1873-74, que Brahms volvió al formato con una obra de carácter más pesimista, gran parte de material de los años 1850 es refundido, y el Cuarteto resultante es una obra maestra donde triunfa el fatalismo insatisfecho, inculcando sus momentos de angustia y dislocación armónica con una intensa energía trágica. El resultado global de la grabación es asombroso, tanto en su inmediatez como en su energía cruda, con todos los matices apasionados de la visión romántica de Brahms capturados perfectamente.

Los intérpretes muestran una interacción particularmente sutil entre sus texturas contrastantes de cuerdas y teclado, creando una dinámica compartida que trae las profundidades expresivas que Brahms derramó en este idioma.

Luis Suárez