Solistas del Teatro Bolshoi y diversos coros y orquestas / Diferentes directores.
Profil Hänssler PH17053 (CD)
TCHAIKOVSKY HISTÓRICO
Se han cumplido 125 años de la muerte de Tchaikovsky. Hänssler, en su serie Profil, dedica una caja de 22 CD a las óperas y las obras escénicas del compositor. Un total de casi 24 horas y media de grabaciones con las voces del Bolshoi como hilo conector. La firma lleva ya tiempo dedicándose a rescatar registros históricos que, a veces, ven por primera vez su edición en CD. Desde luego, habida cuenta la actual situación del panorama discográfico, esto conlleva un esfuerzo que debe ser valorado en su justa medida, pues en el rescate, además, se pone todo el cuidado posible para que estos registros lleguen a los oídos de quien accede a ellos en las mejores condiciones posibles. Me refiero a cosas como que en esta cajita se puede escuchar, por ejemplo, un Eugene Oneguin de 1936 con un sonido más que aceptable, o La Doncella de nieve por Gauk de 1951, de sonido constatablemente mejorado con respecto a otras ediciones anteriores.
Personalmente, siempre me ha fastidiado la pedantería con la que gran parte de la crítica, e incluso la musicología, ha minusvalorado la música de Tchaikovsky. He de admitir, no obstante, que hasta ahora no había profundizado lo suficiente en su faceta como compositor de ópera, aparte de los tres títulos de obligada atención para cualquier amante del género que se precie.
Escribir estas líneas me ha brindado la ocasión de constatar que, efectivamente, los tres títulos a que me refiero (Eugene Oneguin, La Dama de Picas y Iolanta), son tres auténticas obras maestras, que Mazeppa quizás no llegue a tanto, pero contiene momentos de una inspiración fuera de cualquier duda, y que a lo largo de los títulos restantes el compositor ofrece no pocos momentos de sumo interés musical y dramático, además de poner en ellos de manifiesto la evolución de su carrera como operista. Una carrera que, desde luego, debe ser considerada de extraordinario valor en el desarrollo del género en Rusia, pues no hemos de olvidar que la ópera era una recién llegada al panorama musical ruso cuando Tchaikovsky comenzaba a componer.
Una publicación como la que tenemos entre las manos no hace sino favorecer enormemente el conocimiento, no sólo de las obras en cuestión, sino también el modo cómo éstas han sido cultivadas en su propio entorno. A lo largo de estos 22 CD desfilan nombres legendarios, como los de Boris Khaikin, Aleksadr Gauk, Samuil Samousud o Vasily Nebolsin, en el caso de los directores; o los de Nina Pokrovskaya, Sofya Preobrazheskaya, Yelena Kruglikova, Faina Petrova, Xenia Dzerzhinskaya o Glafira Zhukovskaya, entre las voces femeninas; o los de Georgy Nelepp, Grigori Bolshanov, Sergey Lemeshev, Panteleymon Nortsov, Ivan Petrov, Aleksey Ivanov o Boris Bugaysky entre las masculinas; por citar a algunos de ellos.
Todos desarrollaron su labor a lo largo de unos años especialmente difíciles en la turbulenta historia del país, en el seno de una de las instituciones musicales más importantes del entorno de la Europa Oriental, antes de la construcción del muro que mantuvo el continente divido durante casi 30 años. Tan sólo los fragmentos conservados de Ondina, Mandragora y uno de los Romeo y Julieta son presentados en grabaciones posteriores al derribamiento del muro. Estos son los registros más cercanos a nuestros días de cuantos aparecen en la publicación y datan de 1963.
Evidentemente, dadas las fechas de los registros, la publicación nos brinda una inmejorable ocasión para conocer la forma en que se desenvolvió el Bolshoi durante los años previos a la Segunda Guerra Mundial, los de la contienda y, finalmente, aquéllos que la sucedieron y en los que la dictadura iniciada por Stalin ejerció sus mayores consecuencias sociales.
Esgrimir las razones por las que estos discos deben ser conocidos no es tarea difícil. Algunas de ellas ya han sido expuestas en lo dicho hasta aquí. En realidad, para el melómano curioso y con retrospectiva histórica se recomiendan por sí mismos, tanto para quienes conozcan su contenido como para quienes no, pues los primeros lo hallarán en condiciones más favorables que otras veces, y los segundos puede que se lleven más de una agradable sorpresa. Para todos estos, como a mí mismo me sucede, seguramente las cinco estrellas de la puntuación sean demasiado. Quizás todos ellos echen de menos cosas como el extraordinario Eugene Oneguin de Khaikin (de quien sí se incluye una magistral Doncella de Orleans de 1946); en su lugar encontrarán el nada desdeñable de Nebolsin, de 1936, con buen sonido. En cualquier caso, ni ellos ni los menos curiosos deben perderse el modo en que Pokrovskaya “dice” su canción de cuna al final de Mazeppa, o muchos de los momentos de La Hechicera de Samosud (1954), una obra totalmente omitida en el repertorio y que debería figurar en él. Quizás algunas de estas razones han animado a quien esto escribe a reforzar el carácter de la H de histórico con las cinco estrellas, aún siendo consciente de que son modelos interpretativos ya pasados hace tiempo.
Rafael-Juan Poveda Jabonero