¡Inexplicable a todas luces! ¿Cómo no se conoce más la música del Josef Suk (1874-1935)? Excepción hecha de la juvenil Serenata para cuerda Op. 6, poco más se escucha de su legado. La Sinfonía n. 2 en do menor, estrenada en 1907 y comenzada en 1904 como homenaje a su profesor y más tarde suegro, Dvorák, tomó una nueva dirección con el fallecimiento repentino de su mujer. Estructurada en dos partes, donde la primera encadena tres movimientos y la segunda los dos restantes, un motivo que simboliza el destino es el hilo de la obra (Asrael es el ángel de la muerte en la mitología islámica-persa). Su lenguaje armónico y su solidez constructiva van más allá del lenguaje de Dvorák, equiparable al más reconocido Janácek, aunque totalmente personal. Con una orquestación brillantísima, donde los solos de violín, al fin y al cabo este bohemio era un brillante violinista, tienen un gran papel. 

Sorprende repasar la discografía de esta obra, en la que únicamente directores checos tales como Neumann, Ancerl, Talich y Kubelik se han tomado la molestia de grabarla. ¿Se habrá estrenado en nuestro país? Obra para escucharla varias veces, una a Suk a sus compositores favoritos a través de esta grabación impecable en su toma sonora en vivo y en versión excelente del joven Jakub Hrusa, otro checo defensor de su legado.

Jerónimo Marín