Michael Habermann, piano.
Naxos, 8.571363-65 (3 CDs)
Kaikhosru Shapurji Sorabji
Relataba un pianista, cuando por mera curiosidad había empezado a trabajar una de las obras de Kaikhosru Shapurji Sorabji (1892-1988), que la primera impresión le llevó a maldecir y considerar como loco al compositor por haber escrito aquella pieza atonal de extrema dificultad y notas en absoluto desorden, si bien la continuidad en el estudio le determinó a modificar su inicial criterio hasta estimar que estaba tratando unas creaciones de extraordinaria belleza.
Esta es la actitud que reclama una música que, partiendo del legado virtuosístico de Liszt, encuentra como padres naturales a Godowsky, Alkan, Busoni, Scriabin y Szymanowski, en una constante búsqueda de la sonoridad del piano. Las grabaciones que ahora reedita Naxos se realizaron entre 1979 y 1995 por diversas casas discográficas con diferentes calidades de sonido, todas ellas en general aceptables, combinando además tomas en estudio junto con otras en directo, entre las que se encuentran algunos estrenos mundiales. El primero de los discos funciona perfectamente como introducción al lenguaje armónico del compositor por recopilar obras muy accesibles en las que desarrolla su sentido de la variación (pastiche, denomina a estas libres transcripciones), sobre melodías conocidas, empleando procedimientos que recuerdan algo a Godowsky, en ocasiones mimetizando el lenguaje de otros compositores como el de Albéniz en la Fantasía Española y, en otras, convirtiendo la mera cita del tema en verdaderos tour de forcé de espinosos recorridos, como en el Vals Homenaje a Johann Strauss o en el Vals Op. 64/1 (“minuto”) de Chopin.
El segundo de los discos contiene, con los tres Nocturnos, la música más sensual, elegante y exquisita con profusión en adornos y colorido, de claras raíces en el impresionismo francés y el misticismo oriental, reservando el último para el contenido más abstracto. Tres décadas de estudio de la obra para piano de Sorabji y cinco grabaciones convierten a Habermann en verdadero especialista, como muestra un gran trabajo en el que transita por un brillante y rebosante virtuosismo lleno de vitalidad en las obras de juventud, por una verdadera creación de atmosferas sonoras delicadas y sutiles en los Nocturnos, para finalizar con rigor y perfecto sentido de la dinámica en las complejidades formales, rítmicas y armónicas de las últimas composiciones.
José Luis Arévalo