En una entrevista el pasado mes de enero, el trombonista Alberto Urretxo afirmaba que “he concebido este disco como un punto de encuentro entre diferentes disciplinas artísticas y el sonido, buscando una resonancia e intención distinta en cada pieza… No he buscado la perfección en ningún momento, he buscado la naturalidad de los discos de antaño, y he disfrutado de la música con entusiasmo. Mi único objetivo es que la escucha de este disco despierte en tu interior, emociones, pensamientos, recuerdos…”. Y añadiríamos nosotros, que desde el punto de vista sonoro, el disco es una fiesta, porque muestra diferentes enfoques sonoros con diferentes intérpretes, que resumen muy bien el excelente momento interpretativo que está viviendo este país (desde la viola en el Capriccio de Vieuxtemps, con una sensacional Adriana Grigoras, al propio Urretxo como un wanderer en la transcripción para trombón de los Lieder eines fahrenden Gesellen de Mahler, excepcionalmente cantados). Pero ahí no queda la cosa, ya que un Bartók sorprendente se cuela como un rayo (Canción árabe, de los 44 Dúos) y el también cellista Javier Martínez Campos firma unas 4 Estaciones sobre la original de Vivaldi, caleidoscópica y que invita al oyente a descubrir por donde se descubren estos y otros motivos melódicos del veneciano. Queda claro que la elección del título para esta colección, Soinuaren Bidaia o El viaje del Sonido, es de lo más acertada.

Lucas Quirós