A los 30 años, el joven Shostakovich falleció en espíritu, aunque no en cuerpo. El resto de su existencia, un regalo para nosotros porque en caso contrario su catálogo se hubiera interrumpido en el Op. 43 de la Cuarta Sinfonía. Y el primer encontronazo con el realismo soviético, debido a su orientación vanguardista, fue justamente este su segundo ballet de los tres que escribió; tras The Golden Age, The Bolt (El tornillo) Op. 27, con un absurdo argumento ideado por Viktor Smirnov, tuvo una única representación en 1931 y fue eliminada de los escenarios, cortando la rama innovadora para el ballet ruso que proponía Shostakovich.

Reapareció en septiembre de 2006 gracias al esfuerzo de Alexei Ratmansky, que también ha recuperado los otros dos ballets, en una producción que mantiene la ambigüedad del personaje de Denis, saboteador para el realismo comunista, individuo que no se somete al colectivo para nosotros. La puesta en escena, con una estética que evoca el constructivismo y el supremacismo de Rodchenko y Malevitch por un lado, y un aire kitsch por otro, y cierto guiño a la mecanización deshumanizadora de Metrópolis, es espléndida. A los 85’ de ballet se añaden unos extras con entrevistas incluidas, recomendables en su deseo de aclaración del Caso Shostakovich y de la obra y vida del libretista Smirnov. Muy recomendable. 

Jerónimo Marín