SINCERO TESTIMONIO

ICA Classics presenta, por primera vez en CD, dos históricas grabaciones en vivo de las Sinfonías ns. 4 y 11 de Shostakovich, en las que Rozhdestvensky dirige a las dos orquestas de la BBC. Los penetrantes ataques masivos del inicio del Allegretto poco moderato en la Sinfonía n. 4, en este registro de 1978 en Londres con la BBC Symphony Orchestra, se vuelven vertiginosos en las cuerdas en el Presto. La acritud gestual, idónea para el dramatismo subyacente, deja paso, no obstante, a momentos de gran sutileza en los solos de corno inglés, fagot y violín de su sección final. En el Moderato con moto, la orquesta muestra sus mejores virtudes, exponiendo con nitidez el entramado contrapuntístico inherente al movimiento, donde lo irónico y lo trágico se alternan. El Largo-Allegro culmina de forma enigmática, tras una serie de episodios contrastantes en ritmo y carácter dramático, siempre continuos en la batuta de Rozhdestvensky. 

La Sinfonía n. 11, “El año 1905”, grabada en 1997 en Manchester con la BBC Philharmonic, seduce por su claridad expositiva y visión dramática. La atmósfera estática y glacial del Adagio (“The Palace Square”), creada por toda la masa de cuerdas octavadas con sordina y los acordes del arpa, fluye con serenidad para ser interrumpida por las premonitorias e intensas trompetas con sordina, redobles de caja y timbales. En “The 9^th of January” se logra emular sonoramente la tragedia del Domingo sangriento. Las cuerdas de la BBC se tornan primordiales a la hora de exponer los motivos temáticos yuxtapuestos de este segundo movimiento. La tensión acumulativa, creada por maestro y formación, explota en la sección central del Allegro, generando un clímax verdaderamente sobrecogedor. Sin solución de continuidad, los pizzicati dan paso al tercer movimiento (“Memory Eternal”) con unas cuerdas untuosas y empastadas en el tema cantabile, que progresa hacia el apoteósico y majestuoso desenlace de la marcha fúnebre. Una poderosa entrada de metales y timbales inicia el último movimiento (“The Tocsin”), de implacable ejecución, cortantes ataques de las cuerdas, con máxima presión de arco, y trepidantes intervenciones de las maderas. Todo fluye con naturalidad gracias a la dirección de un Rozhdestvensky, determinante en la silueta formal, exposición polifónica y balance orquestal. Tras un elegíaco solo de corno inglés, el colosal final de la sinfonía es subrayado con elocuencia por las campanas. 

En manos de Rozhdestvensky, los grandes efectos orquestales, ritmos convulsivos y violentos contrastes propios de Shostakovich encuentran su equilibrio adecuado, libre de artificios y a favor de la expresión profundamente dramática y visceral de estas Sinfonías. Los ruidos de fondo del directo no obstaculizan la percepción de estas históricas y muy recomendables versiones.

Juan Manuel Ruiz