Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo JULIO-AGOSTO 2011 - Núm. 843

SCHWARZKOPF, Elisabeth, soprano. Perfect Prima Donna.

Obras de BACH, MOZART, SCHUBERT,
R. STRAUSS,WOLF, etc.
EMI 50999 9 18459 2 4 (CD)



La crítica

SECILLAMENTE, UNA REFERENCIA

MI refresca su catálogo de más alta calidad con la serie Icon, y en esta ocasión toca el turno a Elisabeth Schwarzkopf, con diez discos que recogen más de doce horas de música y varias décadas de fidelidad, desde la primera pieza que grabó en 1946 -un 'Martern aller Arten" con la Filarmónica de Viena dirigida por Karajan- hasta un “Liederabend” en 1970 junto a Geoffrey Parsons. Obviamente material hay de sobra, y aunque echamos de menos algunas piezas que no han podido ser incluidas, la selección hace justicia suficiente a una de las más grandes damas del canto del siglo veinte.

Comenzando por el barroco, destaca su deliciosa versión del handeliano 'Sweet bird', o las cantatas de Bach, con las imperfecciones propias de quien no era una virtuosa de la coloratura, pero es en el dieciocho, con Mozart, cuando nos seduce y captura. Aquí tenemos lieder, que colorea con su fraseo de maestra; arias de concierto, con un 'Ch'io mi scordi di te' acompañado excelentemente por Alfred Brendel, y de ópera, con los personajes a los que situó en niveles casi inalcanzables, como la Condesa de Almaviva o Donna Elvira. De los otros, que no por haber frecuentado menos -o nunca- resultan igualmente interesantes, destacamos 'Zeffiretti lusinghieri' y 'L'amerò, sarò costante'.
 
Del cuarto al sexto volumen, varias docenas de ejemplos de cómo interpretar el repertorio de cámara alemán, y aunque a veces notemos cierto amaneramiento, sobre todo en las piezas rusas, sus límpidos y frescos Schubert o Schumann, su Brahms caleidoscópico o, sobre todo, su Wolf insuperable, por intención, línea y en este caso, compenetración con Furtwängler, hacen de ella una referencia, simple y llanamente.
 
Siguen dos discos monográficos de Richard Strauss, pilar fundamental de su carrera, ya sea en su vertiente liederística u operística. De los inconmensurables Vier Letzte Lieder se elige la grabación de Ackermann (1953), y las canciones orquestales con Szell, reservándose en el disco octavo una gran parte para la simpar Mariscala que inmortalizó a las órdenes de Karajan. La voz aparece aquí en el perfecto momento de madurez y expresividad, y el personaje perfectamente delineado, rebosante de elegancia y abandono, términos igualmente válidos para su Condesa de Capriccio o su anecdótica Arabella.
 
También hay espacio para la opereta, que frecuentó en estudios de grabación, y para las rarezas en el último disco, abordando un repertorio, como el italiano, que le era menos afín. Mejor en Wagner o Weber, donde aparece más temperamental, haciendo gala de destreza técnica y extraordinario juego dinámico.
 
P.C.J.
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