El potencial contemplativo y emocional implícito de estas obras está centrado en momentos íntimos y líricos, donde el violonchelista debe, para mantener el impulso del conjunto, explorar imaginativamente el vasto potencial sonoro del instrumento. El piano, instrumento principal tanto para Clara como para Robert, tiene un papel mucho más importante que el de mero acompañamiento. El dúo formado por Alberto Martos y Myriam Sotelo (portada y entrevista en RITMO de marzo), muestra su capacidad de iluminar todo el universo emocional de cada obra, desde manifestaciones de frenética inquietud hasta variedades de contemplación melancólica, ofreciendo una interpretación rica que premia al oyente con sonoridades originales y fascinantes, poesía pura.

Esta grabación muestra uno de los aspectos más desconocidos de Clara y Robert Schumann, la miniatura en la música de cámara, desde el Adagio y Allegro Op. 70, a las Cinco Piezas en estilo popular Op. 102, que quizás hayan sido ignoradas por su aparente sencillez, y adaptaciones de sus Op. 113 (por Robert Hausmann) y Op. 94 (por Oliver Gledhill), donde las piezas están muy bien transcriptas y son interesantes por derecho propio. Todas ellas formalmente simples, son combinadas con un tratamiento sutil del registro, melodías apasionadas y una medida completa de la habilidad pictórica de Schumann y cuyos solistas evitan la tentación de bajar el tono de la música y hacerla linda. Clara se ve representada por sus célebres Romanzas Op. 22, transcritas del violín al violonchelo por el propio Alberto Martos.

Luis Suárez