Bruno Monteiro y João Paulo Santos son amigos de repertorios fascinantes pero poco transitados, esas músicas de entre siglos que describen la ambigüedad de la época, las incertidumbres y los profundos cambios estilísticos. Si ya tuvieron su encuentro con la obra para violín y piano de Szymanowski (esos Mitos…), ahora llegan a la de Erwin Schulhoff (1894-1942), fallecido en el campo de concentración de Wülzburg, donde enfermó mortalmente de tuberculosis. Esta producción de 4 obras (Suite WV18, Sonata n. 1, Sonata para violín solo WV83 y Sonata n. 2) es como un diario vital del autor, desde la temprana y neoclásica Suite, a la Sonata n. 2 de 1927. Schulhoff, a diferencia de otros contemporáneos, no escribe movimientos amplios, su duración mayor la encontramos en el primero de la Sonata n. 2 (unos 6’40’’). Amplio uso de sordinas, sonoridades cerca de la ironía o intervalos armónicamente inestables, propiciados por la búsqueda de una modernidad consolidada, fluyen con naturalidad en el arco de Bruno Monteiro, gran conocedor de estos repertorios. Al estar las obras en orden cronológico, el oyente percibe un Schulhoff cada vez más moderado (pero nunca muy reflexivo, hay mucha tensión, como los Andante de la Sonata para violín solo y de la Sonata n. 2, este muy bartókiano), más creativo y con mayor dominio de la forma.

Gonzalo Pérez Chamorro