Ha aparecido una cinta (ORF, 31 de mayo de 1971) de un concierto en público en la Musikverein de Viena, con las dos sinfonías más transitadas de Schubert. Deutsche Grammophon ha hecho muy bien en publicarlas, porque son interpretaciones de altísimo nivel, de cuando Abbado (estaba a punto de cumplir 38 años) era un director que podía codearse con los monstruos sagrados de entonces, bastante mayores que él. Y es que además las tomas, convenientemente reprocesadas, suenan francamente bien. Faltaba aún una década para que el maestro italiano empezase a patinar con demasiada frecuencia... como intérprete, no por su técnica de batuta, que siempre fue asombrosa.

Es curioso, pero muchos aficionados (y hasta críticos) se extrañan y me han afeado que yo vea dos Abbados, cuando la cosa está clarísima: no hay más que comparar estas versiones con las que grabase 18 años después, con la Orquesta de Cámara de Europa, dentro del ciclo sinfónico. Del dramatismo, la tremenda intensidad emocional y el compromiso de esta “Inacabada” pasó a la banalidad del pulimento mayormente sensorial, con mucha menor carga afectiva. Más acusada aún es la diferencia entre las dos Quintas, a favor de la vienesa, que equilibra maravillosamente la serena belleza lograda por Böhm (con esa misma orquesta en 1980) y el ímpetu de Barenboim (Berlín, 1985).

Ángel Carrascosa Almazán