Aunque la primera integral de Beethoven dirigida por Nikolaus Harnoncourt (grabada y publicada en 1990, dos años después de este registro) fue uno de los hitos discográficos de finales del siglo XX, ésta anterior de Schubert, con la misma orquesta y grabada en vivo en la misma sala de Graz, ha tardado 32 años en ver la luz. Probablemente porque Harnoncourt, por el camino, fue capaz de registrar otras dos integrales (Concertgebouw/Warner y Filarmónica de Berlín/BP Media). Y, sin embargo, es ésta la integral que todos hubiéramos soñado escuchar con el director berlinés en vida. Un Schubert vibrante, rítmico, enérgico, luminoso…

Sigue impactándonos el Harnoncourt de aquellos años (el componente historicista es, realmente, secundario), como lo hizo con Beethoven. Algunos dudarán entre el más reciente y esplendoroso sonido de sus versiones con la centuria berlinesa y esta grabación en vivo (aunque de sonido más que digno). Son dos mundos distintos. La mera duración de los movimientos pone en perspectiva los cambios en la dirección, tras casi 30 años. En la Quinta o en la Inconclusa cada movimiento dura, de media, un minuto menos que la versión reciente de Berlín. Todas ellas sin apenas peros.

Máxima recomendación en la que será, probablemente, una de las grabaciones más estimulantes de este 2021.

Juan Berberana