Andrè Schuen, barítono. Daniel Heide, piano.
DG 00028948395583 (CD)
EXCEPCIONAL MOLINERA
El dúo formado por el barítono Andrè Schuen y el pianista Daniel Heide publicó su primer disco en 2015, con Lieder de Schumann, Wolf y Frank Martin. Este es el cuarto, y el primero con Deutsche Grammophon, sello con el que tienen previsto grabar los tres grandes ciclos de Schubert. Quizá estén pensando: "¿Otra vez estos ciclos?". Y sí, es cierto que existen numerosas grabaciones, muchas excelentes, pero no es menos cierto que estas obras esenciales del repertorio son una prueba necesaria para los jóvenes intérpretes. Si dudan de escuchar el disco que tenemos entre manos, si les da pereza una nueva Molinera, vénzanla, porque la grabación es excepcional, y el único riesgo que tiene es acabar escuchándola en bucle.
La voz de Andrè Schuen es de una belleza oscura inconfundible; el control que tiene el cantante de sus recursos técnicos es impecable, lo que le permite manejar fraseo, colores y dinámicas a placer, por no hablar de una dicción precisa que permite que no nos perdamos ni una sílaba de los poemas. Añadamos, además, la inteligencia, la sensibilidad y el buen gusto y tendremos, en resumen, que Schuen es un cantante al que hay que escuchar, no hay otra opción. Por su parte, Daniel Heide afirma en el cuadernillo del disco que cuando el barítono toma aire ya sabe cuándo va a llegar la próxima nota y cómo va a sonar; ese control también se refleja en la música, en su equilibrio y en su unidad, y aunque es el fruto de muchos años de trabajo juntos, suele ser mérito sobre todo del pianista.
El resultado de la colaboración es una excelente versión de Die schöne Müllerin que tiene tanto de juvenil (en el sentido de que presenta a un molinero tan inocente que enternece) como de madura (en el sentido de reflexionada y trabajada a fondo por ambos intérpretes.) El ciclo empieza con ímpetu, sin que eso signifique que lo haga falto de matices, al contrario; Das Wandern nos rinde ya con su calidad y su riqueza, rematada con uno de esos detalles que nos gustan tanto a los aficionados, esa ilusión que ilumina la súplica del joven molinero a "Herr Meister y Frau Meisterin" (¿sus padres?) para que le dejen irse. Como sabemos, la ilusión se tornará decepción, vislumbrada en la repetición del último verso de Am Feierabend, "allen eine gute Nacht" y el enlace con la repetición de la primera estrofa, y en una rabia que nos regalará dos grandes interpretaciones, las de Der Jäger y Eifersucht und Stolz, dos canciones dificilísimas con tendencia al trabalenguas que suenan fáciles y fluidas y nos permiten concentrarnos, una vez más, en la inocencia del joven.
La cantidad de detalles que hacen que esta sea una gran versión es enorme, y el lector y espero que oyente querrá descubrirlos por su cuenta, así que me centraré ya en la última parte del ciclo, con el color verde y las flores como protagonistas. La dulzura de Die liebe Farbe desarma a cualquiera (excepto a la molinera), y Trockne Blumen es probablemente lo mejor de una interpretación que ¿lo he dicho ya? es espléndida; la transición de marcha fúnebre, inexorable en las manos de Heide, a música triunfal estremece; triste victoria le espera al molinero. Pero aún nos quedarán dos canciones para asumir su destino y para saborear cada nota antes de volver a Das Wandern, porque no habrá suficiente con una audición.
Sílvia Pujalte Piñán