Lo más sorprendente de este doble disco es la versión que ofrece el Artemis del Cuarteto en sol mayor, la cumbre indiscutible de la producción cuartetística de Schubert. De él podría imaginarse en principio una versión sinfónica y emocionalmente desaforada. Lo que escuchamos, en cambio, es una lectura abiertamente intimista, concentrada y planteada ya desde el colosal Allegro molto moderato inicial a un tempo marcadamente moderado. Los miembros del Artemis parecen recrearse con delectación en cada una de las notas y los tremolandide este grandioso presagio bruckneriano, que se reviste aquí de tintes espectrales. La música suena así más visionaria que nunca, si bien falta en ocasiones de la necesaria trabazón formal, lo que provoca que la continuidad también se resienta. Los otros dos Cuartetos, y especialmente “La muerte y la doncella”, con un comienzo fulgurante y unas variaciones impecables y con más de un relámpago virtuosístico, se ajustan más al brillante modus operandi habitual del Cuarteto Artemis, que acaba de anunciar el abandono del grupo de Natalia Prischepenko, su sensacional primer violín y un puntal técnico y anímico del grupo. Habrá que estar atentos a cómo sobreviven sus compañeros a una sustitución tan sensible.

L.G.