B. Sukowa (voz), M. Uchida (piano), M. Piccinini (flautas), A. McGill (clarinetes), M. Steinberg (violín/viola), C. Hagen (cello). Incluye el documental “Solar Plexus del Modernismo” de Matthias Leutzendorff.
Belvedere 10130 (DVD)
CARA Y CRUZ DEL FESTIVAL DE SALZBURGO
La privilegiada Salzburgo, la hermosa ciudad castillo que pisaron los Mozart, Karajan, Hofhaimer, Zweig o Trakl, con sus multitudinarios Festivales de semana santa y verano, despliega sus poderosos tentáculos atrayendo a aficionados de todo el planeta, dispuestos a mirar hacia otro lado mientras despluman su cartera. De este mimado entorno nacen las dos propuestas sonoras de este mes, ambas filmadas en la Haus für Mozart, aunque en años diferentes y con resultados bien dispares.
De 2011, un año antes de cumplir el siglo de vida, es el certero Pierrot Lunaire. Minucioso y radiante registro en imágenes que cuenta con un portentoso elenco de intérpretes que obran el milagro de hacer fácil lo difícil. Como capitana de este Titanic, la pianista Mitsuko Uchida, apasionada sacerdotisa de la partitura, secundada por la flautista Marina Piccinini, el clarinete solista del MET Anthony McGill, Mark Steinberg, el primer violín del Brentano Quartet; Clemens el reverenciado violonchelista del Cuarteto Hagen y como terremoto vocal Barbara Sukowa, la que fuera musa del “nuevo cine alemán”, que se deja la piel en esta obra capital y legendaria del siglo XX (sus notas iniciales posiblemente sean las más enigmáticas de toda la centuria pasada).
Una lectura de elevada perfección técnica, poseedora de una intensa fragancia “cabaretera” gracias a los recitados de la Sukowa, que acierta a la hora de encarar el espinoso Sprechstimme. Su entonación quebrada y arrebatadora, inunda de ricos matices la parte vocal, que surge ungida de intensidad y misterio, pues es capaz de dirigir su dicción hacia escarpadas cotas expresivas. Con un desafiante parlato, este animal escénico hace una recreación imposible de olvidar. Si en el estreno berlinés de 1912 la “orquesta” estaba oculta tras un biombo, en esta penetrante representación los músicos rodean a la actriz en un sugerente círculo, donde confluye una inquietante atmósfera abstracta y expresionista.
Para mejorar lo inmejorable se incluye el documental “Solar Plexus of Modernism”, término que utilizaba el mismísimo Stravinsky para referirse al padre de la criatura. El filme cuenta además con los testimonios impagables de los hijos de Schoenberg, Lawrence y Nuria (nacida en Barcelona y viuda de Luciano Berio). Ellos se encargan de ampliar el anecdotario que siempre acompañó a su progenitor. Pero si algo perdura de la película es el influjo didáctico de la Uchida, que descifra la obra mediante la palabra. “Es tan fresca y joven, que incluso hoy hay un montón de música actual que parece mucho más antigua”, asegura, con un apasionamiento que hace que su cuerpo palpite. “El piano debe cantar y la voz hablar” o “esta obra es tan fugaz como algunos de los increíbles silencios de Schubert”, son algunas de sus sentencias. Solo por verla divagar junto el piano tarareando o diseccionando con escalpelo la partitura, ya merece la pena hacerse con este DVD (subtítulos solo en inglés y alemán). Para impertérritos amantes de la vieja modernidad.
Javier Extremera