Juilliard String Quartet. Walter Trampler, Yo-Yo Ma, Glenn Gould, etc.
Sony Classical 001005117119395 (7 CD)
UN IDILIO DURANTE DÉCADAS
Un menú de alta gastronomía el que nos ofrece Sony con este estuche, ilustración del idilio que el mítico Juilliard mantuvo con la música de Schoenberg durante décadas. El calvo más vanguardista del siglo XX (con permiso de Picasso) no sólo revolucionó la música en una época en la que lo más normal habría sido quedarse atrás (nació en 1874, en pleno esplendor de franciscojosés y sissis, y falleció en 1951, en plena Guerra Fría), sino que siempre demostró una calidad técnica que trasciende incluso el estilo. Entre esta capacidad nunca se habla lo suficiente de su conocimiento instrumental, siendo capaz de manejar cualquier fuente de sonido de manera magistral. La cuerda, obviamente, no iba a quedar fuera, y a ella le dedicó obras maestras desde los comienzos, ya fuese en forma de sexteto, trío o cuarteto.
El Juilliard grabó a comienzos de los 50 la integral de los cuatro Cuartetos numerados, y en los años 70 se embarcó en una nueva versión a la que añadió el juvenil Cuarteto en re mayor. En medio, en los 60, se enfrentaron al Trío y la Oda a Napoleón Bonaparte. Más tarde, en los 90, apostaron por la versión original de Verklärte Nacht para sexteto de cuerda y, de nuevo, por el Trío. Como es natural, la plantilla del cuarteto, a lo largo de tantas décadas, fue modificándose alrededor del primer violín Robert Mann. El resto de atriles fue siendo ocupado por Robert Koff, Isidore Cohen, Earl Carlyss y Joel Smirnoff (violines segundos), Raphael Hillyer y Samuel Rhodes (violas) y Arthur Winograd, Claus Adam y Joel Krosnick (chelos).
El presente estuche ofrece la posibilidad de asistir a este romance de largo recorrido, lo que implica poder comparar versiones separadas en el tiempo (algo que los oídos más melómanos pueden disfrutar al máximo). Uno de los matices más patentes reside en las diferencias de intensidad que caracterizan cada época: mientras que en la primera época podemos hablar de una intensidad de carácter romántico (vehemente, pero nunca descontrolado), según avanza el tiempo adquiere otra de sentido más intelectual (aunque nunca fría). Y, por encima de décadas, permanecen rasgos como la sincronización milagrosa entre componentes o el conocimiento profundo de cada compás o el virtuosismo instrumental. Esta calidad interpretativa también pertenece a los artistas invitados para algunas de las piezas, todos auténticas bestias benditas: Walter Trampler y Yo-Yo Ma en Verklärte Nacht, mientras que Glenn Gould se une en la Oda junto a la voz (hablada) de John Horton (rítmicamente impecable). La primera versión del Segundo Cuarteto cuenta con la soprano Uta Graf, con una gradación de intensidad que crece desde la máxima contención hasta un clímax estremecedor. Su “sucesora” en la siguiente versión, Benita Valente, sin embargo, resulta pura expresividad desde el comienzo.
En resumen: aquí se recoge toda la aventura para cuerdas de un autor indispensable, desde el romanticismo que ayuda a enterrar hasta la revolución atonal. Y, por si fuese poco, en el estuche también encontramos las palabras tanto del cuarteto como del propio (y lúcido) compositor.
Juan Gómez Espinosa