Orquesta Sinfónica Nacional de la BBC de Gales / Jonathan Berman.
Accentus ACC80544 (4 CD)
RECUPERANDO A SCHMIDT EN SU 150 ANIVERSARIO
Estricto contemporáneo de su amigo Schoenberg, y violonchelista favorito de Mahler al frente de la Filarmónica de Viena en las postrimerías del siglo XIX, el compositor Franz Schmidt (1874-1939), nacido en el corazón de Austria-Hungría y pese a ser un autor bien programado en el cambio de siglo, sufrió cierto descrédito al quedar opacado por los conspicuos músicos del tardorromanticismo germánico, la modesta evolución estética de una obra enraizada en la tradición que lo desconecta de su zeitgeist, y la contaminante sintonía del establishment nazi con su música. De no otra manera se comprende un olvido que la fonografía remedió desde el añejo registro de su Sinfonía n. 4 por Rudolf Moralt con la Sinfónica de Viena, hasta este último de su ciclo sinfónico por Jonathan Berman con la Orquesta Nacional de la BBC de Gales para Accentus.
Concluida en 1899 y premiada por la Wien Gesellschaft der Musikfreunde, la Sinfonía n. 1 marca las coordenadas en las que Schmidt se presenta como sinfonista mostrando influencia brahmsiana con ecos wagnerianos (destacables en las secciones para metales) y una opulenta escritura para la cuerda que replicará en la Segunda y Cuarta Sinfonías. En el campo armónico, Schmidt cultiva un estilo cromático de cariz neobarroco, que irá haciendo más disonante conforme avanza el ciclo. De 1913 es su Sinfonía n. 2 que, con una mayor audacia armónica y formal, se ejemplifica mediante el imponente tiempo central en forma de variaciones alla Reger. Galardonada con el Segundo Premio (tras la hermosa Sinfonía n. 6 de Atterberg) del Concurso de la Columbia Gramophone Company por continuar con el espíritu de la Sinfonía Inacabada de Schubert, la Sinfonía n. 3 de 1929 se erige como la más ligera y desenfadada del ciclo, pese a sus giros cromáticos.
Reconocida como su mayor obra, la Sinfonía n. 4 tiene un origen trágico marcado por el óbito de Emma, hija de Schmidt, al dar a luz. Obra reflejada en el turbulento mundo mahleriano, libera su catarsis bajo un intenso y ominoso cromatismo que se extiende por toda la obra, apoyado en una suerte de leitmotiv en forma de solo de trompeta que reaparece recursivamente como hilo conductor. Mejorando el descatalogado ciclo de Rajter en OPUS, al correcto pero distante Sinaisky en Naxos y al poco sutil ciclo de Neeme Järvi en Chandos, Berman opta por tempi serenos, facilitando polifonía y fraseo en tiempos lentos, si bien se echa en falta más incisividad, como la del complementario ciclo de Paavo Järvi para DG con la Orquesta de la Radio de Frankfurt. Berman es igualmente más claro que Bychkov para la Segunda Sinfonía (Sony), y se acerca más a Mehta con la Filarmónica de Viena (Decca) en su ominosa lectura de tintes brucknerianos, o al malogrado Kreizberg en Pentatone, que al elegíaco Welser-Möst (Emi) en la Cuarta Sinfonía. Los acoplamientos del Intermezzo y Carnaval de la ópera Notre Dame reciben aquí una lírica interpretación. Buen ciclo en conjunto.
Justino Losada