INGENIOSA EXPERIMENTACIÓN

Si los volúmenes previos dedicados al músico brasileño Claudio Santoro (1919-1989) mostraban una personalidad inquieta y cosmopolita, cuya música se emparentaba lejanamente con el anguloso sinfonismo norteamericano de Schuman o Mennin en las Sinfonías ns. 5 y 7 de los 50 o en las ns. 11 y 12 de la década de los 80, este disco ayuda a afianzar un rasgo transversal a su obra: un eclecticismo nutrido de una gran variedad de recursos que utiliza para colmar sus necesidades expresivas. Solo así se explica su zigzagueante periplo estético entre la asimilación abstracta del folklore brasileño con un lenguaje de raíz neoclásica y el empleo de técnicas seriales, el sonorismo y la aleatoriedad controlada.

Escrito en Berlín Este al inicio de la construcción del muro en 1961, el ominoso Concierto para violonchelo deja atisbar la libertad formal de la música de Santoro, cimentando el conflicto entre el rol virtuoso del solista y un uso atmosférico de la orquesta que se disuelve en el tercer movimiento, el más concertante de los tres, mediante un diálogo basado en un ostinato rítmico. De 1963 es la serial y expresionista Sinfonía n. 8 que, aunque finalizada ya de regreso en Brasil al frente del Departamento de Música de la Universidad de Brasilia, se emparenta con la primera obra serial compuesta en Alemania Oriental, la Sinfonía n. 2 de Fritz Geißler. De estructura tripartita, los fluidos movimientos impares resultan contrastados y violentos por sus abundantes polirritmias, mientras que el Andante central se torna introspectivo gracias a una vocalización cantada, tal y como se pudo escuchar en 1967, con la Orquesta Nacional de España dirigida por Carlos Chávez en el II Festival América-España, en un concierto cuyo vídeo se puede visionar en la web de RTVE. 

De vuelta en Alemania tras el golpe militar de Castelo Branco, Santoro alumbra sus Três Abstrações para cuerdas en 1966 que, sobre una  cinética rítmica inestable, crea una narrativa plena de clusters, glissandi y técnicas ampliadas. Escrita en un lenguaje clásico en torno a un fugato que dispara una toccata, la One Minute Play de 1967 funciona como breve propina preludiando Interações Assintóticas de 1969, una de las cumbres de la experimentación más especulativa del compositor. Con media orquesta afinada a un cuarto de tono inferior y, bajo la influencia de la música electrónica, la dramaturgia líquida de la obra parte de breves gestos en las maderas que desgranan texturas de aleatoriedad controlada. Siendo primera grabación de todas estas singulares obras, excepto de Interações Assintóticas, registrada para el LP en 1978 por la Orquesta Sinfónica Brasileña e Isaac Karabtchevsky, y superada hoy por esta nueva versión, solo podemos maravillarnos ante el rico timbre y el sonido articulado de Marina Martins al violonchelo, la voz de la entregada Denise de Freitas y el concurso de la entusiasta y compacta Orquesta Filarmónica de Goiás con el siempre solícito a la causa, Neil Thomson.

Justino Losada