Este señor que levanta con naturalidad su mano izquierda, de aspecto algo descuidado, fue uno de los grandes músicos del siglo XX, hoy apenas recordado como tal, si bien para muchos hablar de Sándor Végh es hablar de una figura esencial en el violín de la música de cámara del siglo XX, primero como miembro fundador del Cuarteto Húngaro y posteriormente como fundador del Cuarteto Végh. Pero no hemos venido a hablar del Végh violinista, sino del director, en especial de sus años como director de la Camerata Académica del Mozarteum de Salzburgo, puesto que fue nombrado en 1978.

Esta cajita recoge conciertos en vivo de finales de los 80 y principios de los 90, grabadas con una calidad sonora todavía sorprendente. Végh conocía a estos músicos, muchos de ellos muy jovencitos cuando llegaron al Mozarteum, y parece un premio para ellos tocar junto al venerado director, pues se aprecia un compromiso inhabitual y una trascendencia enorme en cada obra, desde el arreglo del Cuarteto Op. 131 de Beethoven (con la Gran Fuga) a un Divertimento de Bartók (su compositor, sin duda, junto a Mozart) que descansa como la gran interpretación de esta colosal música, con el Adagio más incandescente y terrorífico de cuántos haya escuchado. Y junto a estos, unas deliciosas Sinfonías de Schubert, Las Siete Palabras de Haydn (otro hito), un apabullante arreglo del Quinteto Op. 111 de Brahms y la apuesta más controvertida, una Noche transfigurada llevada hacia el lado menos oscuro de la faz de la tierra, de donde nace esta música.

Gonzalo Pérez Chamorro