La actividad como director de orquesta de Esa-Pekka Salonen ha eclipsado casi por completo una faceta compositiva que fue, paradójicamente, la que determinó los inicios de su trayectoria. En la década de los 70, Salonen participó junto a autores que hoy son absolutas referencias del panorama creador finlandés, como Magnus Lindberg o Kaija Saariaho, en la renovación de una estética que parecía todavía anclada en la figura de Sibelius. Pero Salonen, a pesar de haberse convertido en una de las batutas más reputadas de las últimas décadas, especialmente en el repertorio contemporáneo, nunca ha abandonado la composición. Muestra de ello es su reciente Concierto para violonchelo, en el que se manifiestan las virtudes de su escritura, pero también los reparos que puede despertar una obra que parece demasiado autocomplaciente en la, por otra parte de irreprochablemente escrita, exaltación de unas texturas tímbricas de absoluta sensualidad, donde el discurso del solista, en este caso un excepcional Yo-Yo Ma que no parece haber perdido ninguna de sus capacidades, se integra armónicamente para conducir al oyente por una ensoñadora, suspendida e iridiscente corriente sonora que puede resultar tan hipnótica y atractiva como, finalmente, algo inocua. No cabe pensar en una interpretación mejor que la de este registro en directo procedente de un concierto celebrado en Los Ángeles en 2018.

David Cortés Santamarta