Primer volumen de una proyectada integral de las obras para violín y piano de Camille Saint-Saëns, estamos ante un típico ejemplo del mejor hacer de Naxos: dos muy buenas intérpretes afrontando una parcela del repertorio prácticamente desconocida. ¿Cuántos habían oído antes, por ejemplo, esa miniatura de poco más de un minuto que es L’air de la pendule o el Tryptique Op. 137, dedicado por el compositor a la Reina Isabel II de Bélgica, ella misma violinista e impulsora de uno de los más famosos concursos del mundo? Fanny Clamarigand ya había grabado los Conciertos del francés para Naxos y volver a elegirla para abordar esta parcela tan descuidada de su música de cámara constituye una excelente noticia. Es una violinista de sonido pequeño, pero fiel exponente de la escuela francesa. Su entendimiento con Vanya Cohen, su habitual compañera de recital, es sencillamente perfecto y ambas se recrean sin excesos, pero con las necesarias libertades, en el supremo arte melódico de Saint-Saëns, un músico de inspiración inagotable e incapaz de escribir música de pobre factura. Todas las piezas aquí recogidas son un derroche de lirismo y de escritura idiomática para los dos instrumentos. Nada chirría, todas las piezas encajan y el disco se escucha con un placer nunca interrumpido.

L.G.