Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
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Ritmo DICIEMBRE 2014 - Núm. 880

RUDOLPH BARSHAI: THE NOTE.

Un filme de Oleg Dorman.
EuroArts, 2059528 (DVD)



La crítica

MOSCÚ: PASADO Y FUTURO MUSICAL

Durante el siglo pasado Moscú fue un incesante paritorio de personalidades musicales. Una familia que con los años se hizo más y más numerosa debido a la enfermiza paranoia totalitaria de rodear a sus ciudadanos con alambre de espino, por si algún día se les pasa por la cabeza abandonar el paraíso comunista. Pero incluso en el profundo corazón de las tinieblas puede llegar a germinar una flor. Nos adentraremos en el pasado lóbrego de la capital rusa de la mano de Rudolf Barshai para recordar a esa generación mutilada por el estalinismo. El también moscovita Evgeny Kissin representa el futuro, esa nueva horda de intérpretes de raza germinados entre los sedimentos que dejaron los que le precedieron por los pasillos de sus Conservatorios. Pretérito y futuro hermanados aquí por el cine.

Conciencia de una generación

La espléndida Rudolf Barshai: La Nota (sin subtítulos) viene firmada por Oleg Dorman, quien no duda en inspirarse continuamente de la memorable Richter: The Enigma (Bruno Monsaingeon), para cimentar todos los tabiques de este testamentario y apasionante filme. Sus reflejos provienen tanto del aspecto formal (un larguísimo monólogo con continuos saltos temporales salpicados de retratos y registros), como en la propuesta argumental (un anciano a las puertas de la muerte nos cuenta desde su casa lo que ha dado de sí su vida personal y artística). Y es que toda la obra huele a velatorio, a postrero Requiem fílmico. Igual que su admirado Charlot (posee una lámina suya en una de sus paredes), consigue hacernos reír y llorar simultáneamente con algunas de sus innumerables anécdotas. Todo es tan íntimo y personal en este testamento visual (en la rememoración las lágrimas aparecen a veces), que uno duda en traspasar la siempre incómoda barrera del pudor.

Judío en una época en que serlo te costaba la vida, adelanta frente a su piano (con fotos enmarcadas de Shostakovich, Beethoven y Mahler), que ante Dios llevará dos cosas: la transcripción del Arte de la Fuga (incluyendo su recreación para esa última Fuga quebrada por la muerte) y la reconstrucción de la Décima Sinfonía de Mahler. Esta indescifrable obra póstuma es siempre temática recurrente en el documental, ocupando buena parte del metraje (se explaya reprendiendo la versión Cooke que la califica de “terrorífica” por sus “intolerables errores”). Precisamente el título de “The Note” (un Sol bemol) surge a raíz de uno de los ilegibles tachones de la partitura autógrafa (parecida a una mancha del Test de Rorschach), que para él fue la llave con la que (medio dormido) consiguió al fin abrir el cerrojo de esta última Sinfonía mahleriana.

Nos hace partícipes de la intensa amistad que le unió a Shostakovich (cuenta las infamias que tuvo que soportar del Régimen) y Sviatoslav Richter (“a mí solo me pueden dirigir dos personas: Britten o Barshai”, sentenciaba). El amor por su Orquesta de Cámara Rusa, los años vividos como violista, su posterior ascenso al podio, su inmensa discografía o sus fallidos matrimonios, pasan ante nuestra mirada seduciéndonos ante este ser errante que fue capaz (gracias al caprichoso destino) de tocar una mañana en el entierro de Stalin y hacerlo en el de Prokofiev en esa misma tarde. Un monumento a la memoria y al placer de contar.

Javier Extremera

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