Rossini dejó de componer óperas a la edad de 37 años. La última fue Guillermo Tell (1829). Sus óperas eclipsaron su producción posterior, pues seguía componiendo y siguió escribiendo piezas por gusto y diversión, sin ánimo de publicarlas, solo para compartirlas con amigos. “Pecados de la vejez”, como así quiso llamarlas, son 150 piezas para piano solo, conjuntos vocales e instrumentales, canciones y la Pequeña Misa Solemne, todas organizadas en catorce volúmenes con diferentes nombres. Algunas de sus ingeniosas piezas para piano son parodias divertidas sobre el gusto de la época.

El pianista Alessandro Marangoni se interesó por ellas muy joven y ya adulto estuvo años investigando. Cuando consiguió reunir las 150 piezas, decidió grabarlas. Esta tarea, que le ha llevado años y que finalmente Naxos acaba de publicar en un solo estuche de 13 CD (anteriormente fueron publicadas por separado), nos hacen escuchar un Rossini que, sin salir de los moldes compositivos de su época, ya nos abre la puerta hacia el siglo XX.

Para la música vocal e instrumental ha contado con la colaboración de las sopranos Laura Giordano y Maria Candela Scalabrini; las mezzos Giussepina Bridelli, Lilly Jorstad y Cecilia Molinari; el tenor Alessandro Luciano y los barítonos Vittorio Prato y  Bruno Taddia. Como instrumentistas, la trompa de Ugo Favaro, el violín de Massimo Quarta, el cello de Enrico Dindo y la participación del Coro Ars Cantica, dirigido por Marco Berrino. Al piano siempre Alessandro Marangoni. Imprescindible.

Sol Bordas