El catálogo rossiniano de Naxos sigue aumentando poco a poco, esta vez con un título nada frecuente que, sin embargo, todos tenemos en mente gracias al tenor Juan Diego Flórez. Este lo ha paseado en alguna que otra ocasión desde su debut en Pesaro, y con él ha dado la oportunidad a varias sopranos de lucirse con un rol que resulta encantador y nada fácil. En este caso, sin el tenor peruano pero con una nada desdeñable interpretación de Michele Angelini, ágil, seguro y muy en estilo, se presenta por primera vez en disco la versión del estreno romano de la obra en 1821; curiosamente la dirigió Paganini, con una mayor duración y ciertos añadidos que fueron eliminados posteriormente por el compositor de Pesaro.

Es por su parte una Matilde digna de admiración nuestra Sara Blanch, que con un instrumento luminoso, de buena técnica y mucho gusto para adornar podría con estas credenciales presumir de situarse a la altura de sus ilustres predecesoras en el rol. También femenina es la voz que nos seduce como Edoardo, la de la mezzosoprano rusa Victoria Yarovaya, en su cuarto rol en travesti para la colección rossiniana desde Bad Wildbad.

Las voces graves masculinas son en general muy adecuadas a los diversos cometidos, desde los cómicos a los trágicos, y la lectura de José Miguel Pérez-Sierra, atenta a ofrecer un variado juego dinámico.

Pedro Coco Jiménez