Como un golpe del destino aparece este disco de canciones de Joaquín Rodrigo, del cual su producción vocal está entre lo mejor de su obra, a pesar de los altibajos de calidad dentro de ella y de estar anclado férreamente en la tonalidad. Son 24 las canciones propuestas, en un abanico temporal de unos 70 años, comenzando por la Serranilla de 1928, y si bien solo Rodrigo transcribió algunas de ellas para guitarra de su primigenia versión pianística, cierto es que las transcripciones realizadas por Marco Socías, y que cuentan con la bendición de la hija de Joaquín Rodrigo (Cecilia Rodrigo), son no solamente idiomáticas, sino que funcionan a las mil maravillas por esa cercanía a las fuentes populares que tiene la música de Rodrigo. Y la interpretación no puede ser mejor, y al mismo tiempo dolorosa, por cuanto José Ferrero, el tenor broncíneo que estaba destinado a altas cotas, demuestra su flexibilidad vocal con esa mezzavoce susurrante que ofrece en algunas de ellas, pero ¡hèlas!, ya no se halla entre nosotros (falleció recientemente). De ahí la sorpresa por verlo de nuevo en esta grabación, que probablemente haya sido su última. La toma sonora hace justicia a la voz de José Ferrero y el equilibrio sonoro de voz y guitarra permite disfrutar de todos los detalles interpretativos.

Jerónimo Marín