Petersen, Eröd, Selinger,
Orquesta de la Staatsoper de Viena.
Dir.: Michael Boder
Arthaus, 101551 (Blu Ray)
EL MITO, DE NUEVO
Los mitos clásicos mantienen su plena vigencia en el escenario operístico. Que algunas de las más importantes óperas compuestas en esta primera década del siglo XXI se basen en ellos, como The Minotaur (2008) de Harrison Birtwistle, Phaedra (2007) de Hans Werner Henze o esta reciente Medea de Aribert Reimann, estrenada en la Staatsoper de Viena en 2010, lo prueban con excepcional intensidad. Medea no sólo confirma la especial adecuación del autor alemán, que acaba de cumplir 75 años, hacia el espacio de furor, culpa y pasiones de las tragedias griegas -en 1985 ya había escrito Troädes-, sino que le eleva, una vez más, como uno de los grandes operistas vivos, junto a los nombres antes citados. Su práctica ausencia de los escenarios españoles supone un injustificado vacío sólo explicable por la errática política de estrenos que sigue lastrando el panorama operístico de nuestro país. Una loable e inesperada excepción fue la interpretación hace casi una década en el Festival de Perelada de Bernarda Albas Haus. Así resulta doblemente bienvenida la primera aparición en DVD-blu ray de una ópera de Reimann, que se une a los registros puramente sonoros de Melusine, Das Schloss (ambas en Wergo) y de la soberbia Lear (DG). La escritura vocal es el auténtico corazón de la creación de Reimann. Una escritura que recoge perfectamente la gran tradición alemana –no hay que olvidar que Reimann es un extraordinario pianista y conocedor del lied, como demuestran sus discos acompañando a Fischer-Dieskau o a Briggite Fassbaender-, pero que sitúa en un territorio expresivo impelido siempre por el desbordamiento y el paroxismo emocional. En ese sentido no es casual la elección de los libretos, ni la de los autores de sus asimismo magníficos ciclos de lieder. La figura de la hechicera Medea, enamorada de Jasón y abandonada por él, y que como venganza termina por asesinar –dominada por los celos y el dolor- a sus propios hijos, resultaba un motivo ideal para despertar unas líneas vocales que parecen sismogramas de la mente alterada, pero que asimismo conocen y transitan con sabiduría las posibilidades canoras de las distintas tesituras. Líneas compañadas por un tejido instrumental rudo, áspero, pero también extrañamente atractivo ¿como el paisaje volcánico de Lanzarote en el que Reimann escribió su ópera? La interpretación –excepto algún detalle de la dirección escénica- resulta absolutamente ejemplar, destacando la asombrosa recreación que la soprano Marlis Petersen hace del rol titular. Una obra de conocimiento necesario.
DCS