Les Indes Galantes, Naïs (1748),
Zoroastre (1749) y Les Boréades (1764).
Le Concert des Nations. Dir.: Jordi Savall.
ALIAVOX, AVSA9882A+B. (2 CDs)
EL REY SAVALL
La música orquestal de Rameau comparte modernidad con la de Berlioz y Ravel, por citar una trilogía temporal francesa. Sus operas-ballet y sus tragedias están repletas de fantásticos pasajes musicales, extraídos habitualmente en forma de Suites para orquesta. Desde aquellas sensacionales grabaciones de Frans Brüggen con la Orquesta del siglo XVIII (Philips), con las Suites de Castor et Pollux, Dardanus o Les Boréades, se abría un camino nuevo para las posibilidades de la música orquestal de Rameau, que otros directores especializados siguieron con igual éxito, como Koopman o Gardiner, que grabó una excelsa Suite de Dardanus (Erato) y que hoy se adaptan a la mente de directores especializados como Emmanuelle Haïm con formaciones orquestales tan aparentemente poco vinculadas a Rameau como una Filarmónica de Berlín. Para que la música del compositor más ligado al rey Luis XV, sin llegar a la completa identificación de Lully con Luis XIV, tenga toda su modernidad, riqueza expresiva y fresca naturalidad ha tenido que llegar el maestro Savall con su Le Concert des Nations (grabaciones de 2010 y 2011), como ya hiciera en sus discos dedicados a Lully, “L’Orchestre de Louis XIII”, Les Concert Royaux de Couperin, “Les Grandes Eaux Musicales de Versailles” y “Le Concert Spirituel”, para conquistar un territorio donde ya es el rey de estas músicas (sin olvidar otros territorios ya conquistados como las Suites de Purcell).
Con la habitual y lujosa presentación, este doble disco incluye cuatro Suites d’Orchestre, desde Les Indes Galantes (1735) a Naïs (1748), Zoroastre (1749) y Les Boréades (1764), la última tragedia en música del compositor de Dijon. Ya conocíamos la breve “Suites des Airs à jouer” de Les Indes Galantespor Savall en su anterior disco “Le Concert Sprituel”, con la que coincide en algunos números en esta más extensa Suite, formada por trece números de rica invención melódica, sin llegar al logro postrero de Les Boréades. Son irresistibles Orage o el 2ème Air pour les Zephirs. En Naïs aún no estalló la “Querelle des Boufons”, que “criticó” la música francesa y que prácticamente dejó solo a Rameau como único y último representante de un estilo que parecía “pasado de moda”, sonando fresca y sin pretensiones, como en la bella Sarabande. Zoroastre, igualmente limpia de artificio, da paso a la deslumbrante Suite de Les Boréades, maravillosa música que sirve para mostrar la enorme calidad de Le Concert des Nations, la elegancia de los fraseos, los ligados, la acentuación picante (Contradeanse en rondeau sublime, sin comparación posible con la de Brüggen) y la enorme capacidad de hacer música en un repertorio que ya tiene un nuevo rey.
G. P. C.