Anja Harteros, soprano. Staatskapelle Dresden / Christian Thielemann.
CMajor, 726408 (DVD)
EL MEJOR THIELEMANN
Desde que escuché el primer disco de Thielemann, hace ya de eso bastante, suelo ser bastante crítico con él, con su manera de operar. Y siempre por lo mismo: la sensación de vivir en el seguimiento de sus versiones una especie de coito interrumpido virtual. Uno goza con la magnífica manera en que hace hablar a la orquesta, con su maravillosa elocuencia, pero uno, igualmente, siente importantes, aun puntuales, insatisfacciones, producto o bien de la inclusión de ideas vagas (o demasiado originales) en su discurso, o bien por incomprensibles desmayos que parecen consecuencia del desinterés o de un cierto control mal entendido, por rozar lo rutinario e ininteresante desde el punto de vista dramático. Sin embargo, también tengo la impresión de que cada vez más estas cosas le suceden menos. Supongo que a eso se llama madurar, lo que a nadie debe de extrañar en una profesión como la de director de orquesta, recuérdese, una profesión a la que, salvo en contadísimos casos, se nace ya muy mayor. Pero esa es otra cuestión.
La que ahora nos debe ocupar es que esta Sinfonía Alpina es uno de los mejores trabajos que le he escuchado hasta el momento a este director, un señor que cuando desciende del pedestal en el que parece morar, cuando se humaniza y pisa suelo, parece encontrar menos dificultades para subir hasta el cielo. Es lo que sucede en toda la segunda parte de esta versión, absolutamente excelsa, tras algunas pérdidas de intensidad antes. De hecho, si no fuera por esto estaríamos ante una interpretación de total referencia (la mejor versión de esta obra que he escuchado en mi vida ha sido la que hizo Maazel en Madrid meses antes de morir).
El DVD no se acaba ahí, naturalmente. Están las obras de Wolfgang Rihm. Y digo obras, porque además de la extraordinaria Ernster Gesang für Orchester, que Thielemann dirige con el pulso necesario, el compositor alemán ha orquestado la última canción que Strauss escribió en 1948, Malven (descubierta en 1982), incluyéndose aquí junto a las Cuatro Últimas Canciones, pero, con buen criterio, no en último lugar. Anja Harteros hace una creación soberbia, sobre todo en Beim Schlafengehen e Im Abendrot. No sé si esta señora es la mejor voz femenina que conozco en este momento, pero lo que sí me resulta difícil es encontrar a una mejor cantante y, sobre todo, intérprete. Lo que hace, junto a un muy inspirado Thielemann, en la última canción es absolutamente estremecedor, único. La emocionada imagen de la cantante, con los ojos húmedos tras las frases finales de la orquesta se hace inolvidable. Un DVD muy recomendable.
Pedro González Mira