Las vicisitudes de corte extraoperístico que sufrió La mujer silenciosa (Die schweigsame Frau) de Richard Strauss, cuyo libreto adaptado de una comedia de Ben Johnson es nada menos que de Stefan Zweig, hicieron que sus registros discográficos o retransmisiones radiofónicas (por no decir representaciones teatrales) se demoraran unas décadas.

Así, uno de los primeros testimonios conservados es de casi los albores de los 60 en Salzburgo, toma en vivo de las representaciones que dirigió Karl Böhm en el Festival. Un año después, y con la idea de presentar en la Radiotelevisión Bávara una serie de extractos filmados, su orquesta sinfónica, empastada y briosa, la llevó al Bayernhalle de Múnich con la dirección del expresivo y excelente narrador Heinz Wallberg. No se trata de una selección muy extensa, pero sí con una toma sonora más redonda al haberse registrado en un estudio, y el reparto es muy similar al de la ciudad de Mozart.

El cuarteto protagonista es insuperable, comenzando por un rebosante de energía y absolutamente pletórico Fritz Wunderlich, de instrumento que brilla y desafía cualquier escritura. A su lado, precisa y muy inspirada, la soprano ligera Ingeborg Hallstein, Aminta de bello timbre y luminoso registro agudo. El dúo del segundo acto es de no dar crédito. Hermann Prey presenta un barbero lleno de desparpajo y con fraseo incisivo y Hans Hotter llena de humanidad con su simpar voz al marino Morosus. Tesoros ocultos que por fin ven la luz.

Pedro Coco