Es evidente que el mercado del DVD operístico es escaso; triste evidencia demostrada por la desaparición de subtítulos españoles en casi todas las novedades. El comentarista lo lamenta, advirtiendo que si no lo indica expresamente, el lector debe saber que la ópera en cuestión no incorpora los imprescindibles cartelitos en su idioma. Tal ocurre en la producción de  Glyndebourne.  Lástima, porque es excelente. 

La directora Miskimmon profundiza en los personajes adoptando el punto de vista adecuado: la injusticia que sufre la geisha, convertida en juguete del marino norteamericano, variante perversa de la propia situación social de la mujer japonesa en su propio país. Como transida y desconcertada Cio-Cio-San despojada de su atuendo, Busuioc compone un matizadísimo retrato femenino tan lejos del tipismo como de la ñoñez. Guerrero como Pinkerton es el bruto sin querer saber que lo es, y el Sharpless de Sumuel, en su condición de negro, o de afroamericano, entiende muy bien a la esposa de su amigo, mariposa atravesada por la aguja del coleccionista, acompañada por una impotente Suzuki (DeShong). El festival cuenta con la suntuosa LPO, entregada a las bellezas de la partitura, que el director Meir Wellber desentraña con sutileza y conocimiento. El director prometedor, que en el Palau Valenciano parece que no dio lo que prometía, se ve que ha madurado.

Álvaro del Amo