LEONTYNE PRICE EN RECITAL  
 
Los nuevos cofres monográficos que RCA está sacando al mercado servirán para que muchos aficionados vuelvan a tener la oportunidad de descubrir grabaciones históricas, en su mayoría descatalogadas, o que incluso nunca habían sido volcadas a formato CD. Ahora le toca el turno a la inconmensurable diva norteamericana Leontyne Price, con dos estuches, uno de ópera y otro de canciones y espirituales -que analizaremos aquí- y que recogen, a excepción de las óperas completas, toda su discografía en el legendario sello.

La soprano de Mississippi no lo tuvo fácil en sus inicios, debido al color de su piel, y tuvo que luchar con fuerza para poder demostrar que se encontraba a un nivel que pocas colegas podían alcanzar. Afortunadamente, llegó a reinar en el Metropolitan, y cosechar  no pocos éxitos en teatros de su país, aunque años antes ya grababa con asiduidad un repertorio que dada su sensibilidad y musicalidad era igual de adecuado a su voz que las grandes obras italianas del diecinueve.

Comenzamos por un interesante e innovador programa de canciones de Samuel Barber, las Hermit Songs, op.29, acompañada al piano nada menos que por el propio compositor, que grabó en estudio meses después de haberlas interpretado en vivo en su estreno mundial. Hay testimonio de dicho evento en el sexto disco, completado esta vez con un referencial Knoxville: Summer of 1915 y varias escenas de Antony and Cleopatra.
Asimismo se dedica espacio lo suficientemente amplio como para poder apreciar todas y cada una de las sutilezas de la Price más camerística con los compositores alemanes, desde Schumann y su Frauenliebe und -leben, hasta Hugo Wolf, aunque quizás sea Richard Strauss la joya de este repertorio. Originales y emocionantes sus Cuatro Últimas canciones, a las que se suman sorprendentes escenas operísticas, bajo las órdenes del brillante Leinsdorf. Los compositores franceses son otra parte a destacar de la colección, estando representados Berlioz con sus Nuits d'Été o Fauré y Poulenc con sus mélodies más universales.

Y no podían faltar los recitales en vivo, pues la cantante, siempre generosa, se entregaba sin reservas a sus admiradores con programas exigentes y variados. Dos fechas clave en el Carnegie Hall: un concierto inédito hasta hace pocos años de 1965 y su regreso en 1991. Tampoco están ausentes los espirituales, generosamente representados por grabaciones de su época dorada, que quedarán en la memoria de todos por  situarlos a cotas inalcanzables.

Por último, debemos comentar que resulta todo un acierto rescatar las carátulas originales de los discos, frontales y traseras, confiriéndoles un muy especial encanto.

P.C.J.