Lo he dicho y muchas veces, y precisamente este disco me viene a dar una ocasión pintiparada, amén de una contundente argumentación, para volverlo a repetir: el Clasicismo Vienés no puede reducirse a la tríada Haydn, Mozart, Beethoven. Hay otros muchos músicos cuya obra merece ser conocida y apreciada, como los que, sin ir más lejos, protagonizan la presente grabación: Jan Křtitel (Johann Baptist) Vaňhal (1739-1813) y Ignaz Pleyel (1757-1831), que además tiene el atractivo de que ofrece dos  primeras grabaciones absolutas: la Sinfonía en sol mayor, Bryan G8, del checo afincado en Viena, y la Sinfonía en fa mayor Op. 136, del maestro de Ruppersthal, junto con un concierto para violín de este último compositor, que, sin llegar a ser una primicia mundial, se ha gabado sólo en muy contadas ocasiones. Al interés del descubrimiento de tan valiosa y atractiva música se une la cautivadora interpretación tanto de la orquesta como del solista, Sebastian Bohren, quien toca un Stradivarius construido en 1710. Y es que la receta el bien sencilla: sólo hace falta tocar estas músicas con el nivel de exigencia con que es de rigor tocar a los ya mentados Haydn, Mozart y Beethoven y los resultados son sorprendentes. Merece la pena comprobarlo.

Salustio Alvarado