Figura central de la casi bicentenaria escuela francesa del clavicémbalo, François Couperin (1668-1733) es universalmente conocido por su música instrumental para teclado y para conjunto de cámara, profusamente representada en la discografía. Mucho menos divulgada, con excepción de las Lecciones de Tinieblas, está su interesantísima producción vocal sacra, de las que este disco se ofrecen algunas páginas inéditas, o poco menos, como cuatro de los Petits Motets escritos para la Capilla Real, más el Motete de San Agustín y la Tercera Lección de Tinieblas, junto con piezas instrumentales del tío Louis y de otros autores contemporáneos. Esta música dificilísima, no ya para los ejecutantes, sino para el propio oyente, queda tan magistralmente interpretada tanto por los solistas vocales (que acertadamente recrean la tradicional pronunciación a la francesa del latín tal como se habría usado en París y Versalles en el siglo XVIII), como por los instrumentistas del conjunto La Bellemont, con la colaboración de Johanna Rose, que hay que oírlo para creerlo. Por esto mismo, hay que llamar encarecidamente la atención del aficionado sobre este disco, para que en tan difíciles tiempos no pase desapercibido.

Salustio Alvarado