Tippett Quartet.
Naxos, 8.573164 (CD)
DESGARRADORA SOLEDAD
Desapercibido ha pasado el centenario de Andrzej Panufnik (1914-1991), compositor polaco y contemporáneo de Lutoslawski, con el que tocaba a cuatro manos en los cafés de la Varsovia ocupada por los nazis. Entre cigarrillo y café, mientras tocaban piezas para alegrar a polacos y a los oficiales alemanes ebrios con las luger bien calentitas a punto de vomitar sus balazos en las frías calles, estos jóvenes creadores no imaginaban cuán distintos serían sus caminos y que cerca iban a estar el uno del otro, pero también qué lejos. Witold obtendría un reconocimiento occidental, siendo su Cuarteto de cuerda una reliquia adorada por grandes formaciones (Arditti, Alban Berg, etc.). Andrzej tuvo que emigrar peligrosamente a los Estados Unidos, huyendo de la presión soviética, convertido en un apátrida hasta su reinserción polaca en 1977. Como el macarthismo impidió que Panufnik se estableciera con tranquilidad, finalmente se asentó en el Reino Unido, donde su música alcanzó gran difusión, pero sin ser aceptado en Polonia como ciudadano polaco. Lutoslawski, más reconocido, también las pasó canutas, pero su fortaleza le sirvió para imponer un nuevo orden musical y político en la Polonia post telón de acero.
La fusión en este espléndido disco de los Tres Cuartetos de Panufnik con el de Lutoslawski es un acierto, ya que los estilos no son lejanos, pero la comparación enriquece a ambos creadores. El Cuarteto n. 1 de Panufnik (1976, sus tres Cuartetos son obras de su última etapa) es un soberbio estudio de la desgarradora soledad, una mutación ligetiana de la atmósfera más sombría en un único movimiento sintetizado por una negrura en el “Prelude” y en “Transformations”, para culminar en un necesario postludio conclusivo que cierra cualquier atisbo luminoso. El n. 2 “Mensajes” (1980), un Adagio misterioso de casi 22 minutos, es una concentración de potencia controlada en su misterio, un incandescente discurso que ataca al miedo, un ejemplo de absoluta desolación. El n. 3 “Wycinanki” (1990), obra casi testamentaria, es un Lento moderato de once minutos que mira de reojo al último Shostakovich, condensando música pura, sin adornos frugales.
El Cuarteto (1964) de Lutoslawski, el más “joven” de estos cuatro, es una obra maestra total, en especial el abrasador “movimiento principal”, que ha tenido defensores ilustres desde su nacimiento (Arditti, Alban Berg o Hagen). El Tippett lo toca con una soltura propia a la naturaleza del mismo, que nació como cuatro partes para fundir en una, con un claro carácter de solista en cada atril. Soberbia prestación, nada efectista, que se coloca como una de las grandes interpretaciones de la obra. Los Panufnik, todavía más, encuentran la gran versión que estaban esperando. Tanto tiempo, tras aquellas sesiones a cuatro manos, los polacos han vuelto a encontrarse. Uno de los discos del año.
Gonzalo Pérez Chamorro