Me he tomado el trabajo de comparar las versiones más significativas de las sinfonías de Nielsen para valorar este álbum. Y lo he hecho así por dos razones. Primero, porque hacía ya tiempo que no me dedicaba detenidamente a esta música; y, segundo, porque me parece que su interés es mucho mayor de lo que habitualmente se suele reconocer. Creo que el del danés es uno de los ciclos sinfónicos más relevantes de los que ocupan el periodo de “entre siglos”, además de uno de los más originales; y muy probablemente, quizá sus tres últimas sinfonías se encuentren entre los ejemplos más conseguidos del género durante la primera mitad de la pasada centuria. El modo de orquestar y de “procesar” el material temático es sumamente personal en el mundo sinfónico de Nielsen, de forma que su obra atesora unas señas de identidad que hacen de su lenguaje un estilo inconfundible, dotando a su obra de una potente personalidad en la que el dominio del contrapunto ejerce un papel fundamental.
 

En síntesis, de estas comparaciones, han salido algunas conclusiones que trataré de explicar a continuación. Creo que, como integral, la de Salonen (Sony) es la más conseguida de las de primera línea, pues el nivel general es altísimo, y no contiene ningún punto negro. La siguen unas cuantas, -entre las que encontramos la que origina el presente comentario-, cada una en un estilo diferente, como las de Blomstedt (EMI y Decca) o Berglund (RCA), mucho más divagante y matizado el primero, y tremendamente directo y sobrio el segundo, quien casi desnuda la partitura de cada una de estas obras. Precisamente Schonwandt realiza una síntesis de ambas formas de acercarse a esta música. Tanto Rozhdestvensky (Chandos) como Leaper (Naxos) tienen grandes aciertos, pero su nivel es inferior a las anteriores. Y la de Järvi (DG) resulta con un nivel muy por debajo de lo exigible, teniendo en cuenta la alta calidad de las que ya hemos mencionado. Por lo demás, la integral de Ole Schmidt (Unicorn) -la primera en registrarse-, ha perdido su vigencia frente a las de Salonen, Blomstedt, Berglund y Schonwandt, aunque sigue manteniendo puntos de interés, y las primacías de Karajan (DG) para la Cuarta y Horenstein (Unicorn) y Kubelik (EMI) para la Quinta continúan inamovibles. Por cierto, que al de Kiev le registraron en vivo unas versiones de la Tercera y la Sexta (Intaglio) que son oro puro. 
 

En resumidas cuentas, que nos encontramos ante una de las más conseguidas integrales de las sinfonías de Nielsen. Tanto es así que he de rectificar la primera impresión que me causaron las versiones de la Cuarta y la Quinta, ya editadas por Naxos hace más de un año, y que no aprecié como en esta ocasión, quizá el diferente sonido de ambas publicaciones también tenga algo que ver en este cambio de apreciaciones.