No ha sido Elena Bashkirova una pianista que se haya prodigado en los estudios: apenas un álbum con Gidon Kremer allá por 1980, un laureado registro de Las estaciones de Tchaikovsky de 2015 y sendas grabaciones dedicadas a Dvorák y Schubert aparecidas en 2020 y 2021, entre otras pocas cosas, constituían todo su bagaje hasta la llegada de estas Sonatas y Fantasías mozartianas, obtenidas en Berlín dos meses antes del estallido de la pandemia.

Quedan para el lector las elucubraciones sobre las razones que han podido motivar una discografía tan exigua e irregular en su distribución temporal; señalemos aquí que con este álbum Bashkirova se reivindica como una sensible intérprete mozartiana cuyos principales valores radican en la claridad del sonido, la pureza del fraseo y la sobriedad dinámica.

No es poca cosa cuando se trata de extraer la sustancia de obras de tan complejo desarrollo melódico y armónico como la Fantasía en re menor KV 397 o la quintaesenciada Sonata n. 13 en si bemol mayor KV 333, donde Bashkirova brilla particularmente jugando con el tempo y el color, tanto en los adornos de las repeticiones como en el brioso rondó. La prueba definitiva de su talento viene servida por la Fantasía en do menor KV 475, donde los dedos de la pianista rusa hacen resplandecer al máximo la capacidad inverosímil de Mozart para articular temas y marcados contrastes armónicos y dinámicos en apenas unos compases. La toma sonora tiene un aire doméstico y natural que confiere un encanto diría que irresistible al conjunto.

Darío Fernández Ruiz