Para un cuarteto de cuerda de primer nivel, afrontar en un lapso de pocos años la integral de los Cuartetos de cuerda de Mozart significa vivir, pensar y respirar Mozart las 24 horas del día, dado el reto al que se enfrentan y la envergadura de la música, es decir, la dificultad de transmitir y comprender la naturaleza grandiosa de estas obras. Esta integral (criticada lanzamiento a lanzamiento en su gran parte por María del Ser en esta revista) es una colaboración del Armida Quartett con G. Henle Verlag para una nueva edición Urtext de los Cuartetos (afecta especialmente a arcos y digitaciones), aunque hay que tener el oído muy fino para apreciar las sutiles modificaciones.

La gran aportación del Armida es afrontar los primeros Cuartetos (KV 80 a 173) despojándolos de sus anclajes barrocos, de los que aun, como les ocurre en cierto modo a los “primeros” de Haydn, dependen estilísticamente. En ese caso asombra como convierten en un aria operística el Adagio del KV 172, la introducción lenta del KV 171 y la sordina que recrea la bruma en su Andante o la profundidad envolvente que recrean en el Andante del KV 158.

En cambio, los maduros y los dedicados a Haydn, reciben iguales logros interpretativos (extraordinario el KV 499), aunque quizá al KV 421 (una música bendecida) le falte un toque más dramático (Menuetto) y al KV 458 se le pide un poco más de ligereza en los trinos del Allegro. Aun así, una integral imprescindible para mozartianos, que lo serán todos los que leen, es de suponer.

Gonzalo Pérez Chamorro