La edición de 2019 del festival de Glyndebourne volvía a Mozart, compositor estrella de sus programaciones desde la inauguración, con una nueva producción de La Flauta Mágica. La expectación fue alta, habiéndose confiado la puesta en escena a los carismáticos Barbe & Doucet y la dirección musical al joven y dinámico compositor Ryan Wigglesworth. Ambientada en las luchas internas de poder de un hotel de la época eduardiana, es un espectáculo que impresiona por la agilidad y la atención al detalle en cada escena, así que, desde el punto de vista visual es una propuesta a tener muy en cuenta. 

Musicalmente, gracias a la también ágil e imaginativa lectura del maestro inglés, el espectáculo es asimismo disfrutable, con un elenco homogéneo de voces que empastan con gran facilidad y un implicado coro. Por desenvoltura, medios e interiorización del rol, destaca el barítono Björn Bürger, ya Figaro años atrás en las mismas tablas, como Papageno. A su lado, un elegante David Portillo como Tamino y una melancólica Sofia Fomina, cuya Pamina va creciendo en interés a medida que avanza la ópera. La soprano Caroline Wettergreen es una Reina de la Noche que se permite incluso finalizar su primera intervención con una imaginativa propuesta y Brindley Sherratt un rotundo Sarastro que no obstante sabe dosificar su autoridad.

Pedro Coco Jiménez