Naxos prosigue su andadura por la obra de Xavier Montsalvatge (1912-2002) y lo hace con un registro que nos llega del otro lado del Atlántico, de Estados Unidos. Todo un síntoma de que la música de este creador catalán, moderna sin extremismos y siempre rebosante de color y elegancia, puede gustar más allá de las latitudes que la vieron nacer. El programa, además, es particularmente atractivo, con dos obras muy diferentes que de inmediato llaman la atención: la Folia daliniana (1995), para flauta y pequeña orquesta, homenaje lúdico a la par que estilizado a la vieja danza de la folía y a la locura (follia en catalán) del arte de Salvador Dalí, y las Cinco invocaciones al Crucificado (1969), una de las páginas más originales del compositor por su instrumentación (voz, piano, celesta, arpa, tres flautas, contrabajo y cinco percusionistas) y un eclecticismo que alía cierto perfume del Caribe con el dodecafonismo. El resto de obras incluidas, de menores proporciones y color contrastado (la orquesta de cuerda en el Concertino 1+13; la flauta y el piano en Serenata a Lydia de Cadaqués), redondea un retrato de Montsalvatge que huye del tópico. Además, las interpretaciones son de primera con un único “pero”: la mejorable dicción de la mezzosoprano.

Juan Carlos Moreno