UN DÍA EN VERSALLES

Lo que fue un precioso libro-disco dedicado a la figura de Agostino Steffani (1654-1728), también editado por Decca, se ha transformado ahora en otro precioso DVD. Se trata de un film, dirigido por Olivier Simonnet, en el que una voz en off, la de Steffani, nos narra aspectos de su vida, interpretado por el actor Franck Delage, mientras Cecilia Bartoli interpreta sus arias en diferentes estancias de Versalles.

Curiosamente, Simonnet ya se sabía cuáles eran los mejores rincones para poner la cámara, no en vano en su filmografía musical están “Deux Siècles de musique à Versailles”, “La petite musique de Marie-Antoinette” y “Un automne musical à Versailles”. En otras palabras y salvando las distancias, Versalles es para Simonnet lo que Monument Valley fue para John Ford…

El esplendor y la luz que desprende Versalles es una metáfora misma de la voz de Bartoli, que encuentra un espacio idóneo para que su instrumento se adapte como un elemento más del recargado ambiente versallesco, de una primaveral belleza arquitectónica. Respecto al disco-libro, se han incorporado cuatro arias nuevas, destacando la maravillosa “Amami, e vederai” de Niobe, en una sala de Versalles decorada con maderas y a media luz. Junto al espléndido laudista Rosario Conte, Cecilia se vuelve más íntima y más sencilla, su canto se relaja y no transmite la continúa sensación de estar en un gran estado de excitación y ansiedad, como casi siempre transmite en estos repertorios. Desde luego es un estilo al que la tila le beneficiaría, pero tratándose de una música en la que el exceso es versallesco, Cecilia Bartoli es la intérprete ideal para estas exuberancias musicales. Como cómplice, de nuevo un arrollador Diego Fasolis, al frente de un buen coro (no más) y unos deslumbrantes I Barocchisti. Su dirección de un pequeño fragmento del Stabat Mater, recurre a la melancolía del de Pergolesi, mientras que en la música operística la dulzura de los fraseos y la riqueza del continúo aportan un enriquecimiento tímbrico muy seductor a la parte instrumental. De nuevo aparece el contratenor Philippe Jaroussky, vestido de un rojo que en nada se asocia a su timbre, en tres dúos con Bartoli, uno de ellos cantado en los jardines de Versalles, un lujo visual más que auditivo, ya que la constante repetición de la misma cadencia musical, por bella y bien fraseada que esté, llega a fatigar. Otra cosa es la haendeliana “Deh non far colle tue lagrime” de Tassilone, cantada en el Salón de los Espejos, donde se refleja la imagen de Haendel en cada nota.

El film concluye en el atardecer de Versalles con la recurrente “Foschi crepuscoli” de La libertà contenta, mientras Cecilia se despide del Palacio en barca. No hace falta recordar que la imagen y el audio son de alta resolución. Subtítulos en castellano.

G.P.C.