Siendo el cuarteto, sin duda, más influyente del mundo musical desde el final de la segunda guerra mundial, el Cuarteto para el fin de los tiempos no es una pieza especialmente frecuente en salas de concierto ni estudios de grabación. Cada nuevo registro es, por tanto, un motivo de especial satisfacción. Eso sí, aunque no sean muchas las grabaciones disponibles, casi todas son sobresalientes. Esta nueva de Sony Classical reúne dos aspectos espacialmente atractivos. El primero es un sonido pasmoso. La grabación, del verano pasado, se realiza en una sala pequeña que permite escuchar, casi palpar, a la perfección la infinidad de matices de los cuatro solistas en su interpretación. No solo el piano (el instrumento que mejor se registra, habitualmente) sino, sobre todo, el clarinete y el violín. Los matices, las modulaciones infinitas con que Martin Fröst (clarinetista sueco, un auténtico experto en el repertorio contemporáneo) y Janine Jansen (al violín) enriquecen sus intervenciones les sitúan entre lo mejor dentro del mundo del disco. No es una versión que respire espiritualidad intencionada ni una espacial melancolía. Un registro objetivo, preciso, que disecciona la increíble (por cómo se compuso, pero sobre todo por el resultado) partitura de Messiaen. Espectacular.

Juan Berberana