Música clásica desde 1929

Discos recomendados de Ritmo

En esta sección encontrará los 10 discos que la revista RITMO recomienda cada mes, clasificados por meses y por su orden de recomendación del 1 al 10. Se archivan los recomendados desde junio 2011, para ver anteriores ir a "Ritmo Histórico".
Haciendo "clic" en el título de cada disco o sobre la foto, accederá a su ficha y a la crítica publicada en Ritmo y, cuando es posible, a las diferentes tiendas donde podrá adquirir el disco físico, o a las plataformas digitales desde donde podrá escucharlo en "streaming" o descargarlo online.

Ritmo JULIO-AGOSTO 2015 - Núm. 887

MANUEL DE FALLA, WHEN THE FIRE BURNS. Un documental de Larry Weinstein. Extras: Noches en los Jardines de España.

Alicia de Larrocha, piano. Orquesta Sinfónica de Montreal / Charles Dutoit.
EuroArts, 2061108 (DVD)



La crítica

NACIONALISMOS MUSICALES HISPANO-POLACOS

La música no debe ser compuesta para que la gente la entienda, sino para que la sienta
(Manuel de Falla)

Este mes les dedicaremos una estival genuflexión a dos creadores universales que, pese al abismo que los separa, poseen algunos puntos de amarre tanto en el aspecto vital como en el profesional. Músicas de fuerte arraigo nacionalista, popular y folclórico, que recreaban universos sonoros fácilmente localizables sobre un mapa y que estaban plagados de melancolía y desánimo existencial, pues todo parece estar tutelado por el suspiro y la ausencia. No en vano el exilio marcó una parte importante de sus vidas, teniendo ambos que fenecer en una tierra ajena a la que le vio nacer.

Gracias a esa prodigiosa máquina de viajar en el tiempo que es el cine, volvemos a recuperar el certero documental (hilvanado a base de fuertes tejidos) coproducido por TVE, Falla: Cuando el fuego arde, que firmara allá por 1991 el reputado en estos géneros, Larry Weinstein (inolvidable su Shostakovich against Stalin: The War Symphonies), al que acertadamente se le ha incluido como noctámbulo extra (también filmado por su cámara en la hipnótica Alhambra granadina) aquellas hechizantes Noches en los Jardines de España que nos legaran Larrocha y Dutoit junto a la Sinfónica de Montreal. Versión limpia y depurada, de grandes miras, esmeradas líneas y colores, magníficamente pintada y rociada por el intenso aroma hispanista del colosal teclado de la pianista barcelonesa. Dejarse engullir por este filme es tele transportarse a otros tiempos y a otras maneras de entender la narración cinematográfica. Si hoy la fragmentación del plano domina sobre la amplia mayoría de documentales, en éste escrito por el eficaz vuelo de una estilográfica, el sabor literario, la serenidad y la amplitud en los cortes prevalecen acertadamente.

Labrado a golpe de veraz e íntimo testimonio, nos plantea un repaso por la biografía de este genial y beato misógino, sin olvidar pasajes borrosos de su vida, como por ejemplo los transcurridos durante la Guerra Civil o sus juveniles años parisinos (significativo su primer encuentro ante Debussy, donde el gaditano le confesó un “adoro la música francesa”, a lo que el parisino le replicó: “¡pues yo no!”). El filme nunca esconde sus particulares manías y fobias (las tenía hasta para enjuagarse los dientes), sus continuas enfermedades, así como su castrador catolicismo (al parecer entraba en trance cuando escuchaba misa), del que fueron testigo sus más allegados, tal y como lo confirman su sobrina, su amigo Manuel Orozco o Isabel, la hermana de Federico García Lorca. Resulta incomprensible como un músico de vida tan monástica y casta, que seguramente muriera virgen debido a una vida dominada por el pudor y la espiritualidad mística, pudiera expresar mediante la música un universo tan sensual y carnal, harto de fogosidad, sexo y orgiástica lujuria. Un mundo delirado y que siempre estuvo en las antípodas del suyo.

Una voz en off personifica a Falla, introduciendo fragmentos y aromas de intimidad, mediante lecturas de cartas confesionales y apuntes de su imaginario personal. Y todo acompañado por fragmentos musicales, en su mayoría interpretados por Dutoit y las huestes canadienses. Nos adentramos en los que fueron sus domicilios altares, sobre todo en la frondosa belleza que rodea La Antequeruela en la Alhambra granadina (hoy convertida en casa museo), seguramente el sitio donde más feliz fue y donde se empapó de ese flamenco tan esencial para sus estructuras armónicas. Su estación final fue Argentina. Allí fallecería rodeado de silencio, añoranza y con la partitura de La Atlántida como mortaja. Pese a que no quería volver mientras estuviera Franco, la embajada lo repatrió en una fragata con honores casi militares. Hoy descansa en la Catedral de Cádiz, de espaldas a ese océano que un día remojó su poco transitada piel.

Javier Extremera

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