Staatskapelle Berlin / Daniel Barenboim (Bonus: “The Mahler Project”, Barenboim y Boulez sobre las Sinfonías de Mahler).
CMajor, 750408/750504 (DVD/Blu-Ray)
Mahler para el siglo XXI
Grabada en abril de 2009 en la Philharmonie berlinesa, CMajor ha tenido la feliz idea de reeditar esta magnífica Novena mahleriana en el formato de lujo que merece, el Blu-ray, así como en DVD. Reedición cuya calidad nos compensa un poco de la larga espera (¿hará Decca lo propio con el ciclo sinfónico Beethoven de Daniel Barenboim y la Orquesta del Divan en los Proms?) y que sigue manteniendo el interesante bonus documental sobre el proyecto de las Sinfonías de Mahler que abordaron conjuntamente Barenboim y Pierre Boulez con la Staatskapelle de Berlín en Berlín, Viena y Nueva York.
Barenboim venía ya de probar suerte con algunas Sinfonías del músico bohemio, en concreto las ns. 1, 5, 7 y 9, lecturas que yo mismo pude disfrutar en vivo en Madrid y Lucerna con la Staatskapelle y la Sinfónica de Chicago y que resultaban muy atractivas por su impulso dramático y su clarividencia, proyectadas siempre hacia ese futuro en el que Mahler profetizaba la comprensión final de su obra. Esta Novena berlinesa resume a la perfección el concepto de Barenboim, captado aquí en uno de sus momentos más intensos al frente de una orquesta que se mostró además especialmente afortunada en todas sus secciones.
Sabido es que Barenboim no gusta de practicar un Mahler muy complaciente en lo sonoro, de bella superficie o propenso al mensaje melodramático. En el documental que completa el disco, el argentino señala el rigor que exige enfrentarse a una música de tanta riqueza armónica y resalta la capacidad del compositor para hacer de cada una de sus Sinfonías un mundo completamente diferente. Pero más allá de estas apreciaciones, se diría que lo que verdaderamente parece interesar a Barenboim es la fuerza desestabilizadora de la música, su infinita gama de sugerencias dramáticas, su elocuente modernidad en suma. Y lo logra con un portentoso ejercicio de análisis, clarificador en extremo, que me atrevería a definir como música de cámara a escala sinfónica. Porque como expertos cameristas se muestran los profesores de la Staatskapelle con sus formidables intervenciones, tan llenas de intención y modélicas en la riqueza del diálogo instrumental (hay muchos ejemplos, pero se me viene a la mente el dúo de flauta y trompa, Guy Eshed y Hans-Jürgen Krumstroh, respectivamente, en el primer tiempo). Barenboim parece ejercer sobre ellos un control absoluto. Todos hablan el mismo idioma emocional y se entregan sin compromiso.
No es una versión de tempi especialmente lentos: muy al contrario, Barenboim lleva su discurso a veces con apremiante urgencia, particularmente en el fantasmagórico Andante comodo inicial. Todo el desasosiego y la inestabilidad que convulsionan este magistral fragmento, se diría que a la búsqueda de algo consolador (un clima muy reminiscente por otro lado de La canción de la tierra) son captados sin estridencias. Los movimientos centrales no se quedan atrás en incisividad, riqueza expositiva (la ironía y el humor negro campan a sus anchas), rotundidad rítmica (la precisión y el empaste de las cuerdas berlinesas es admirable), estando sacudidos por una tensión que no cede en el Adagio final, de intensidad paroxística, que desafía y afirma, hasta disolverse en un vacío lleno de interrogantes.
El documental nos muestra la perfecta sintonía que hubo siempre entre Pierre Boulez y Barenboim, dos artistas muy distintos en sus formas, pero que hacen de ese hecho diferencial un elemento que suma a la hora de conformar una lectura coherente del ciclo sinfónico mahleriano. La admiración que ambos se profesan, reverencial sin duda en el caso de Barenboim hacia el compositor francés, se traslada a unos músicos que saben absorber las enseñanzas de ambos en un clima de creatividad y respeto que las cámaras aciertan a recoger. Y descubrimos, entre otras cosas, que el rigor de Boulez no está reñido con el humor, la naturalidad y la capacidad de seducir a sus músicos.
La espléndida realización videográfica de Andreas Morell y la superlativa calidad de sonido redondean el producto.
José Sánchez Rodríguez