Gewandhausorchester Leipzig / Riccardo Chailly. Dir.: Henning Kasten. Prod.: Paul Smaczny.
Accentus, ACC20284 · (DVD)
Sin automatismos
El nuevo Mahler de Chailly en Leipzig no se rige por automatismos. Proviene de su concepción de Amsterdam, pero están adaptados a la nueva orquesta y a un nuevo estudio de la partitura, en este caso de los originales de Bruno Walter frente a los de Mengelberg, que fueron la base embrionaria para el Mahler de Chailly con la Royal Concertgebouw Orchestra. ¿Qué encontramos en este nuevo Mahler, absolutamente distinto a la opulencia sonora de la Concertgebouw? En principio, a Chailly le motiva el silencio, ese inquietante mundo mahleriano donde tantas cosas se dicen sin que ninguna suene. Hay una sonoridad distinta, los metales (que son muchos) parecen tener mayor presencia frente a la cuerda, que se desvanece frente a la poderosa de la Concertgebouw; tal vez sea esta la principal carencia de esta peculiar interpretación.
La Trauermarsch logra su entidad por su fondo, más que por la forma, menos sonora que en su anterior grabación. El Scherzo (“un concierto para trompa”) es realmente prodigioso, mientras que el Adagietto, frente a los 10 minutos en Amsterdam, aquí ronda los 7, una síntesis sinfónica en la que el arpa es una parte solista esencial, no relegada al acompañamiento, de la que Chailly afirma que es “una canción sin palabras”, una declaración de amor a Alma, Almschi, como el mismo director canta en los imprescindibles extras (audio en italiano, subtítulos en inglés) mientras suena el Adagietto. Esta “revelación” tímbrica en el Adagietto (anti romántico, pero sí muy expresivo) es quizá la que define esta integral de Chailly en Leipzig, revitalizada por unas tomas sonoras de ensueño, posiblemente los DTS de mayor calidad sonora conocidos hasta la fecha. Para muestra, solo hace comparar ambas codas finales, la de Amsterdam y esta, para comprobar lo diferente que puede llegar a ser una parte relativamente rutinaria de la obra. Aquella, un lujo sonoro; esta, un homenaje a Offenbach, del que a Mahler le encantaban sus Cuentos de Hoffmann.
Gonzalo Pérez Chamorro