Desde finales de los 80, cuando Michel Plasson grabó la primera integral de las sinfonías del Albéric Magnard (1865-1914) solo dos sellos (BIS e Hyperion) se habían animado a repetir esta proeza. Por eso, no está de más esta nueva integral en Naxos que, junto a la de BIS (con la orquesta de Malmö), cuentan con la ventaja de unas tomas de sonido de excepción. El interés por el mundo post wagneriano, del primer tramo del siglo XX, claramente los justifican. Magnard, en aquel entorno de efervescencia contradictoria (pasión y odio…) que se vivía en Francia (Chausson, Ropartz, Chabrier e incluso Debussy), acabó siendo un pionero forzado de la autoedición. Pero no por ello sus obras carecen de interés.

Sus sinfonías son “catedralicias”. En su época le compararon con Bruckner pero, en escucha ciega, quizás su estilo se compara más al de Siegfried Wagner. Fabrice Bollon y sus huestes de la Philharmonisches Orchester Freiburg lo dan todo (muy por encima de la Orquesta del Capitole de Toulouse…). 

Pasión desmedida en los lentos. Rotundidad impactante en los prestos y, sobre todo, en los finales. Sonido empastado y seguro. No se percibe que estemos ante una orquesta de segundo nivel. Las dos primeras Sinfonías son, quizás, las menos interesantes. Por lo que se justifica comprar ambos discos, para repetir (o conocer) esta cima de la exaltación postromántica.

Juan Berberana