Cyril Auvity, Ingrid Perruche, Jean Teitgen.
Les Talens Lyriques,
Choeur de Chambre de Namur.
Dir.: Christophe Rousset.
Aparté AP015 (2 CDs)
En medio de la crisis que sacude los mercados (discográficos o no) y los bolsillos, con una bajamar de ventas inciertas, es muy de agradecer que el sello francés Aparté, de parco pero estimulante catálogo, nos sorprenda con la primera grabación mundial de la última ópera de Jean-Baptiste Lully a cargo de los nunca mejor denominados Talens Lyriques de Christophe Rousset.
Y es que este Bellérophon, que se presenta primorosamente en edición limitada y numerada -y, a la vista de la calidad artística global, podría añadirse económica-, es una partitura magnífica que reclama para su autor mayor atención de la que ha venido recibiendo en los últimos tiempos, y más concretamente desde que William Christie lo situase en el mapa de la modernidad allá por los años ochenta.
El disco muestra, además, que el clavecinista y director Christophe Rousset, hombre de amplios saberes y musicólogo despierto, no le va a la zaga al maestro cuando se trata de rodearse de los mejores músicos posibles para dar vida –y de qué manera- a una música muy barroca, pero, sobre todo, muy teatral.
Barroco y teatral, sí, pues no puede ser de otra manera cuando el libreto, escrito por Thomas Corneille, hermano del gran Pierre, narra las aventuras de un príncipe enfrentado a un monstruo en un tiempo y espacio remoto (Asia menor, 1400 a. C.) con la inevitable cuota de elementos sobrenaturales y los consiguientes efectos especiales, aunque una lectura más detenida pone al descubierto al menos dos sustratos más: el primero sería político-religioso, pues el presente histórico parece estar muy presente en el prólogo del libreto y el mito de Belleforonte a lomos de Pegaso y su derrota de Quimera puede entenderse como una metáfora de Luis XIV y sus victorias militares en los Países Bajos; el segundo sería de naturaleza metafísica y en él, Quimera encarnaría la sinrazón de la guerra.
Sea como fuere, el trabajo llevado a cabo por Rousset y su gente, que tiene su origen en el reestreno mundial de la partitura que se programó en versión concierto en el prestigioso Festival de Beaune del pasado verano, es sencillamente excepcional. Como ocurre tantas otras veces, existen desigualdades en el reparto, formado por nombres desconocidos para quienes no degusten ópera barroca habitualmente, pero nada/nadie desentona: Céline Sheen puede no ser la heroína trágica soñada, pero Cyril Auvity, Jean Teitgen e Ingrid Perruche lo tienen todo: voces naturalmente bellas, fraseo matizado y conocimiento del estilo. Si tiene espacio para una ópera barroca en su discoteca y unos pocos euros para gastar, no dude en hacerse con esta pequeña joya.
D. F. R.