Todo un lujo la experiencia de volver a escuchar al pianista Goran Filipec en su retorno a la serie Liszt con un programa sólido y bien diseñado, bajo el título de Danzas. Aunque esta referencia puede llevar a engaño, hasta el punto de hacernos creer que estamos ante piezas menores del compositor húngaro, nada más lejos de la realidad, pues entre ellas se encuentran al menos siete de las creadas en su último periodo compositivo (Valses oubliées, Czardas), con anticipaciones estilísticas que servirán de puente a las que traerán Debussy y Bartók.

El pianista croata tiene un virtuosismo que no abruma, apostando con su potente técnica por una claridad extrema que incrementa con un instrumento (Shigeru Kaway) del que obtiene una gama de sonidos y color impresionantes. Este paseo por piezas bailables, viene a confirmar su versatilidad y comprensión del mundo lisztiano, en el que no solo muestra brillantez técnica para expresarse de manera electrizante pero bien calibrada en el Grand Galop cromático, así como en las temibles Czardas, que completa con creatividad y exuberancia imaginativa en sus contrastes de rápido-lento, sino que también profundiza (Valses) en los aspectos poéticos y contemplativos con una sensibilidad y luminosidad que no estamos habituados a escuchar actualmente. Un disco al que necesariamente hay que abrir un hueco.

José Luis Arévalo