El excepcional trompetista que es Reinhold Friedrich aglutina las obras de este disco, enriqueciendo la literatura para trompeta y sus variedades, ya que, como afirmaba en esta revista (septiembre de 2021), “utilizo tres trompetas piccolo diferentes con tres diferentes sordinas, para mostrar esta riqueza en su personalidad”. La grabación en sí lo que pretende es mostrar “cómo diferentes compositores manejan el problema de las tres religiones monoteístas del mundo, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo”. Y en este aspecto es decisiva la obra Eine Deutsch-Jiddische Kantate del también director Ivan Fischer, un músico excepcional que nos deja una pieza reveladora, con la participación estelar de la soprano Dorothee Mields, y un recuerdo emocionante a Bach en su Grabschrift final, con una trompeta incomparable de Friedrich y la dulzura de Mields, un verdadero cruce de lamentos.

Tanto el universo creativo de Benjamin Yusupov como especialmente el de Giya Kancheli surgen de zonas de conflicto, y sus músicas desprenden un aura siempre reconfortante e inquietante, con recursos consabidos y muy utilizados en los siglos XX y XXI, pero los de estos llevan el marchamo de la originalidad (como en Arvo Pärt). Gamis lotsvebi (Rezos nocturnos) de Kancheli afronta 23 minutos de plegaria y lenta liturgia, con una trompeta que parece desafiar su timbre y posibilidades.

El disco concluye con el homenaje para trompeta sola de Luca Lombardi a Claudio Abbado, con la obra que de la mejor manera da título a un disco que genera tanto asombro como desconsuelo.

Gonzalo Pérez Chamorro