Les Vents Français (Emmanuel Pahud, Paul Meyer, Francois Leleux, Gilbert Audin, Radovan Vlatkovic, Eric Le Sage).
Warner, 0825646231850 (3 CDs)
Quintetos de viento y algo más…
Este es el segundo proyecto del inquieto grupo de viento (flauta, clarinete, oboe, fagot y trompa) francés Les Vents Français en el sello Warner, en menos de un año. Y, de entrada, reconocer que ha merecido la pena la insistencia editorial, pese a lo complicado que resulta grabar a los grupos de cámara, en nuestros días. Esta agrupación, liderada por el flautista Emmanuel Pahud y acompañados en algunas piezas del piano de Eric Le Sage, centra sus interpretaciones en el repertorio contemporáneo, sobre todo francés. Su primera edición incluía piezas de Ravel, Jolivet, Milhaud, pero también otros contemporáneos que visitaron su formación (básicamente quinteto de viento con incursiones de piano) como Hindemith, Ligeti o Zemlinsky. En nuestra edición su enfoque se vuelve más diverso, volcándose cada uno de los tres discos en un repertorio distinto. Lo que permite, además, poner a prueba su destreza en otros catálogos. El primero se centra en su especialidad.
Los Sextetos de viento de Poulenc, Farrenc y Roussel (en este caso con el sobrenombre de Divertissement) son interpretados como pocos conjuntos podrían permitirse hoy. Una transparencia y un sentido del cromatismo impecables. Lo completa el Quinteto de Caplet, igualmente luminoso. Se confirma, por tanto, el dominio del grupo en el repertorio francés. El segundo disco es más comprometido. Lo dedican a los Quintetos con piano de Beethoven y Mozart. Está claro que aquí la competencia es dura. Pero el resultado sigue siendo, ante todo, luminoso y transparente. En el fondo el mundo del que venían (el de la Francia de los Seis) no deja de ser una reinvención interesada del mundo clásico. Quizás por ello nuestros franceses se mueven con una afinidad estilística intachable. Para el tercer disco dejan el ejercicio de redescubrimiento.
Aquí la sorpresa es el Quinteto con piano de Rimsky-Korsakov. Una obra de gran belleza, donde las melodías inagotables del ruso se mueven en una forma que dominaba, también, con absoluta agilidad. Merece la pena adentrarse en esta obra, para los que no la conozcan (que era mi caso), porque les garantizo una agradable sorpresa. Completa este ejercicio de redescubrimiento una obra de Ludwig Thuille (1861-1907), postromántico austro-italiano, que procesó una reseñable admiración por el joven Richard Strauss. Y se nota. En conjunto, fantástica edición de un grupo que está sabiendo labrarse un prestigio por mérito propio.
Juan Berberana