Guillermo Turina, cello. Manuel Minguillón, archilaúd y guitarra.
Cobra Records COBRA0073 (CD)
EL OTRO CLASICISMO
El violonchelista y musicólogo Guillermo Turina presenta su tercer disco para el sello holandés Cobra Records, abandonando el círculo italo-español de los dos registros anteriores para trasladarse al París de la segunda mitad del siglo XVIII.
Los hermanos Duport fueron dos de los intérpretes más relevantes de la Francia prerrevolucionaria. Jean Pierre y Jean-Louis Duport nacieron en París en 1741 y 1749, respectivamente, y desarrollaron una trayectoria profesional similar como virtuosos del violonchelo. Ambos debutaron en Les Concerts Spirituels, conciertos celebrados en Las Tullerías para la alta burguesía y la nobleza y en diversos momentos de su vida viajaron a Londres, cosechando numerosos éxitos hasta recalar en la corte prusiana.
Jean Pierre fue nombrado superintendente de música de Federico II de Prusia y, años más tarde, Jean-Louis le siguió como primer violonchelista de la corte. Jean Pierre murió allí, pero Jean-Louis culminó su carrera como profesor del Conservatorio de París y publicando el tratado Essay sur le Doigté du Violloncelle. Prueba también de su talento como intérpretes y músicos fueron las obras que sus contemporáneos Haydn, Mozart y Beethoven compusieron para ellos, y un amplio catálogo de piezas para violoncello, entre las que se encuentran las escogidas para este CD.
The Paris Sonatas agrupa una serie de Sonatas para violonchelo y bajo (inéditas hasta ahora), compuestas por los hermanos Duport a lo largo de la década de 1770. Pertenecen a los Op. 1 y 2 de Jean Pierre y al Op. 2 de Jean-Louis, en style galant y delatan el conocimiento de la obra de su contemporáneo Luigi Boccherini. La mayoría siguen el esquema clásico de tres movimientos, con ciertas peculiaridades como son la estructura bipartita de algunas, la inclusión de una siciliana o la cadencia final del Adagio de la Sonata V, probablemente escrita por el propio Jean Pierre.
Son sonatas muy idiomáticas, virtuosísticas y de sobria belleza, por las que Guillermo Turina se mueve en su elemento con su cello de cuerdas de tripa y cálido sonido (Marchal, siglo XVIII). Brilla en la ejecución técnica con su precisa digitación y la agilidad del arco, haciendo parecer fáciles y naturales los pasajes más difíciles. A la vez dota de expresividad a la línea melódica con una articulación exquisita en la que cada nota tiene vida propia. Turina ha elegido una instrumentación de guitarra barroca y archilaúd (tal y como se interpretaron en su origen) para el acompañamiento que realiza Manuel Minguillón, que da como resultado una simbiosis musical perfecta.
La sonoridad de los instrumentos de cuerda pulsada se acopla mejor al timbre cálido del cello que el teclado. Minguillón cuida el equilibrio sonoro y se adapta al fraseo de Turina con la delicadeza y precisión del buen músico de cámara. Tal y como refleja la imagen origami de la portada, este disco atesora en su interior una música y una interpretación refinada, armoniosa y con una luz que nos recuerda los días de verano.
Mercedes García Molina